24 de noviembre del 2024

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03 ago. 2020

UN GRAN MODELO DE INTEGRACIÓN EN ENTRE RÍOS

La familia Cerini busca crecer en la producción de granos y de cerdos. Apuestan a la intensificación de cultivos y, para compartir riesgos, se vincularon con empresas de insumos. También quieren aumentar la escala productiva en la granja porcina junto a otros productores agrícolas. (Nota de Clarín R

La familia Cerini busca crecer en la producción de granos y de cerdos. Apuestan a la intensificación de cultivos y, para compartir riesgos, se vincularon con empresas de insumos. También quieren aumentar la escala productiva en la granja porcina junto a otros productores agrícolas. (Nota de Clarín Rural)

La familia Cerini es bien conocida en el sector agropecuario por su crecimiento en forma horizontal produciendo de forma sustentable en campos alquilados, incluso certificando los campos, y en forma vertical, agregando valor a los granos con la producción de cerdos. Y bien merecida tuvieron su tapa en el Suplemento Clarín Rural en 2012.

Pero no se quedaron atrás y fueron por más. Ahora, la familia trabaja 25.000 hectáreas agrícolas en el centro sur de Entre Ríos basándose en la intensificación y diversificación de cultivoscon el agregado de que en las últimas dos campañas la realizan con un sistema asociativo con empresas de insumos. También apuestan a ampliar la producción de cerdos. Tienen 600 madres e invirtieron en carnicerías para comercializar la carne de forma directa. Y ahora quieren crecer en la producción y llegar a las 3.500 madres. Y es también a través del asociativismo, con un proyecto que busca darle valor agregado al maíz en origen, en asociación con productores agropecuarios.

Los impulsores de esta gesta fueron Alberto (padre) y Gerónimo (hijo) quienes están al frente de la empresa familiar. Gerónimo nació en Paraná y palpó de chico su pasión por el campo. Su familia siempre estuvo ligado con el sector pero no era la actividad principal.

Al finalizar la secundaria, Gerónimo siguió a su hermana que estaba estudiando en Córdoba y se inscribió en Agronomía en aquella provincia. “Nos alentaban a que nos vayamos lejos para experimentar de sobrevivir y no depender tanto”, narró.

Entonces, una vez que se recibió de ingeniero agrónomo, en 2002, volvió a sus pagos porque quería desarrollar el negocio agropecuario incipiente que tenía la familia. Así, se metió de lleno trabajando el sector de producción mientras que su padre se encargó de la administración.

Gerónimo hizo un recuento de varios hechos que marcaron la empresa. Según recordó, la primera decisión fue pasar de la ganadería (rodeo de cría) a la agricultura intensiva en 2003. Luego, en 2007, se sumó al proyecto su hermana Dolores, que se encargó de lo administrativo/contable y a partir de ahí comenzó a funcionar como sociedad anónima llamada “El Hinojo”, que hoy cuenta ya con toda su familia participando. Noemí, su mamá, está retirada pero posee la mayoría accionaria y su hermano menor, Juan pablo, hoy es el encargado de la unidad de carnicerías y despostes de la compañía.

En este sentido, otro punto muy importante fue en 2010 cuando armaron un protocolo familiar que regula las relaciones entre la familia y la empresa y les sirvió para separar los roles de cada uno en cada situación, teniendo en cuenta que participan todos los integrantes de la familia en el negocio.

Entonces, en este contexto, de las 300 hectáreas que sembraban arrendando los campos familiares en un comienzo, pasaron a producir 25.000 hectáreas alquiladas, todas ubicadas en las localidades de Victoria, Gualeguay, Nogoyá y Tala, en el centro sur entrerriano.

Buscamos generar contratos largos para construir confianza y tranquilidad con los dueños de los campos. Más allá que hay campañas mejores o peores, uno sabe que si hace mal las cuentas a la hora de invertir en un cultivo, a largo plazo la va a terminar pagando”, analizó Gerónimo.

De todas maneras, afirmó que también hacen contratos a un año pero siempre buscan que se generen relaciones más largas. “Buscamos inculcar en el dueño del campo que nuestro negocio no está en cambiar año a año de campo porque siempre tenemos la curva de aprendizaje en un campo nuevo. El primer año es muy probable que no tengamos resultados positivos hasta que le tomemos el tiempo”, insistió.

Y esta producción sustentable que habla Gerónimo no sólo se quedó en palabras. En 2012 certificaron un campo de 330 hectáreas lindero al pueblo de Aranguren con las normas de Agricultura Certificada (AC) de Aapresid y con las de la Mesa Redonda de Soja Responsable (RTRS, por sus siglas inglés). “Nuestro objetivo fue mostrarle al pueblo vecino que estamos haciendo las cosas bien, además porque el 80% de las personas que trabaja en la división agrícola de la firma vive justamente en ese pueblo”, destacó Gerónimo satisfecho por el trabajo realizado.

Con respecto a la producción agrícola, comentó que Entre Ríos tiene la particularidad de que los cultivos de primera si bien carecen de alto potencial, tienen buena cantidad de lluvias (1.200 milímetros al año) y radiación acorde. Por ello, manejan un esquema intensivo de las rotaciones y los cultivos de invierno tienen un rol preponderante.  Un ejemplo de la secuencia es trigo-soja de segunda, cebada- soja de segunda, arveja-maíz de segunda y luego vuelven a trigo-soja de segunda u otro cultivo con colza o soja de primera. En este mix de cultivos también se incluyen lino, rabanito forrajero y vicia.

“Cumple con el objetivo de ser rentable, además, socialmente genera mucho movimiento económico con movimiento de camiones y prestadores de servicios y sobre todo, nos da cobertura verde todo el año que, sumado a la sistematización de los lotes, previenen la erosión hídrica del suelo los lotes, que es uno de los principales problemas que tiene Entre Ríos”, describió los beneficios.

La sistematización, el doble cultivo y la siembra directa generan buenas condiciones del suelo”, sintetizó.

En relación a este último punto, comentó que hace unos años la provincia se desincentivó al productor a hacer sistematizaciones porque se redujo la desgravación impositiva establecida por la ley de suelos a quienes lo hacían. “Son caras hacerlas pero son vida para el suelo cuando uno proyecta el horizonte a 10 años”, esgrimió.

Asimismo, Gerónimo remarcó que desde hace dos campañas están sembrando asociados a empresas de insumos. Los Cerini aportan el gerenciamiento de los cultivos, los campos, las labores y algunos insumos y las compañías aportan los insumos que producen. “Es un modelo innovador que además atiende a algunos problemas que tenemos como es el riesgo agrícola por la inestabilidad de los rindes en la provincia y los saldos técnicos del IVA que se produce por tener menos IVA venta que IVA compras. Con este mecanismo podemos ir recuperando ese IVA técnico de a poco”, explicó.

Ya con el manejo agrícola afinado, decidieron diversificar los negocios y apostar por darle valor a los granos en 2012. Invirtieron en una granja porcina situada en Victoria, de ciclo completo para 300 madres y al poco tiempo la duplicaron alcanzando las 600 madres y destinando el 15% de los granos que producen.

En este marco, Gerónimo remarcó las mejoras productivas. En los inicios del proyecto producían 2.700 kilos por hembra/año y para el año que viene tienen el objetivo de llegar a 4.0000 kilos por hembra/año.

En este sentido, en 2016 avanzaron en la cadena para insertarse en la comercialización del cerdo. En primer lugar, analizaron instalar un frigorífico, pero la inversión era muy alta. Por lo que armaron una red de carnicerías con desposte donde procesan el 50% de los capones que producen (la faena es tercerizada) y venden al público chacinados, cortes frescos y algunos elaborados como milanesas, chorizos y salame.

“Con esta coyuntura de coronavirus se nos cayó la venta del capón en pie a los frigoríficos porque dejó de funcionar el canal HORECA (hoteles- restaurantes- caterings) en todo el país por lo que a través de las carnicerías canalizamos el excedente que no podíamos colocar en los frigoríficos y también a través de las exportaciones del Consorcio Argenpork, del cual somos socios fundadores”, señaló.

En total, tienen 4 carnicerías propias y trabajan con 4 carnicerías asociadas que tradicionalmente venden carne de vaca pero que quisieron incorporar la de cerdo.

Y como ven que el negocio porcino es más que interesante por la actualidad y el futuro del sector, quieren llevar adelante un crecimiento más explosivo para lo cual diseñaron un proyecto de asociativismo.

La familia Cerini se dedicará a las tareas de maternidad y gestación para entregar los lechones con el propósito de que sean terminados en las instalaciones de sus asociados. “Buscamos gente que no esté en el negocio porcino pero que sí sea agricultor para que haga el mismo proceso que hicimos nosotros. Que vean la importancia de consumir el maíz en el campo sin trasladarlo, evitando gastos comerciales. Hacerlo con el cerdo que tiene un potencial enorme y en un esquema asociativo donde brindamos el know how y la comercialización, va a ser atractivo para el agricultor”, destacó.

El proyecto final es llevar la producción familiar a 3.500 madres en 5 años. “Vamos a necesitar 6 socios que inviertan en 4 galpones (1.800 plazas cada uno). Queremos crecer en la venta de carne de 2.500 toneladas a 13.000 toneladas una vez que finalice el proyecto”, precisó agregando que la inversión total ascendería a 10 millones de dólares.

Por: Esteban Fuentes para Clarín Rural


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