En una nueva columna de opinión, Horacio Baldovino retoma un tema que impactó en octubre pasado pero que, al calor de otras noticias, parece haberse dormido en los anaqueles de la memoria de los porcicultores argentinos: cuán cerca estuvimos de perderlo todo y qué cambió desde entonces.
A menos de un año de haber ocurrido este evento, pero con muchas noticias, guerras y otros acontecimientos en el medio, se fue disipando esa sensación que nos provocó el haber estado tan cerca de ver la demolición del estatus sanitario de la producción porcina local.
Para los que no saben de qué se trata o ya se olvidaron por causa de la vorágine de novedades que es este país, la cosa fue que hace unos meses (en octubre de 2021) se importaron reproductores desde Brasil y transcurrieron su cuarentena en destino repartidos en dos instalaciones en el interior del país.
De rigor se hacen los análisis de protocolo controlados por Senasa y se encuentran dos positivos a PRRS en una cuarentena y uno en la otra.
Inmediatamente saltan las alarmas y Senasa decide no autorizar el “ingreso” (sic) de esos animales a nuestro país, pero por la magia de las cuarentenas en destino, estando a pocos kilómetros de Rosario, aún no habían ingresado oficialmente a la República Argentina, y se resolvió enviarlos nuevamente al país de origen, Brasil, por carretera, casi 600 km por territorio nacional hasta cruzar la frontera en Paso de los Libres.
Creo que amerita recordar un poco lo que es el PRRS (sigla de las palabras en inglés Porcine Respiratory and Reproductive Syndrome), es una enfermedad viral que infecta a los suidos (cerdos y sus parientes cercanos como los jabalíes) y se disemina con mucha rapidez y facilidad. Provoca falla reproductiva y síndrome respiratorio en cerdos jóvenes y de engorde. El cuadro clínico puede variar mucho de granja a granja, desde síntomas muy leves e irreconocibles hasta una presentación grave con pérdidas apreciables, alta mortalidad y fallas reproductivas.
En al menos tres países limítrofes de Argentina se registraron casos de esta enfermedad o serología positiva a la misma, Chile, Bolivia y Uruguay. Esta cercanía es sumamente importante, ya que la vía de infección de más alto riesgo es el animal en pie (salvaje o doméstico) por vía de contacto directo o secreciones, y por esta razón el peligro mayor lo representa fundamentalmente el ingreso de reproductores.
Esta enfermedad también se puede diseminar por semen; vehículos de transporte, personas que trabajen en contacto con porcinos afectados, materiales de uso en contacto con los animales y la enfermedad se propaga en ámbitos húmedos y especialmente en invierno. Algunos investigadores lograron transmitir el virus del PRRS a través de carne fresca sin procesar, pero también hay otros trabajos que, en cambio, no pudieron comprobarlo.
En definitiva, es una enfermedad muy contagiosa y extremadamente difícil de erradicar de países o regiones, de hecho, hay pocos casos exitosos, Chile es uno ellos, pero después de algunos años sin novedad (2003 y 2012), aparecieron casos nuevamente, no se tiene claro si por una reinfección o porque la erradicación no fue tal.
En 2017 el Senasa elaboró un plan de contingencia y su respectivo manual para prevenir el ingreso de PRRS al país, y contenerlo y eliminarlo ante la aparición eventual de un brote. El organismo define como caso confirmado a: “…al animal infectado por el virus de PRRS, con o sin signos clínicos manifiestos que ha sido confirmado a través de la técnica de PCR u otras técnicas directas en el Laboratorio Oficial de Senasa (ELISA + IFI)”[1].
“He escuchado de boca de técnicos y productores europeos que han tenido que volver a aprender a producir luego de la irrupción del PRRS”.
El impacto económico de esta enfermedad no pasa desapercibido, y he escuchado de boca de técnicos y productores europeos que han tenido que volver a aprender a producir luego de la irrupción del PRRS. Cuantificar el impacto económico de una enfermedad no es tarea fácil y no es una comparación del todo válida extrapolar los valores calculados de un país a otro, pero creo que puede servir para tener una idea de cuánto puede perjudicar una enfermedad así a nuestro sector.
Investigadores de la universidad Utrecht, en Holanda, cuantificaron las pérdidas económicas de un brote epidémico de PRRS en 2012. Se registró una reducción de 1,7 vendidos por cerda por año con pérdidas por hembra de entre 59€ y 379 €. Aun con esa dispersión de valores, puede ser una información que nos dé una idea de la dimensión del perjuicio al que nos arriesgamos.
Por su parte el USDA (Departamento de Agricultura de los Estados Unidos) recogió registros productivos de granjas comerciales entre 2005 y 2010 y se calcularon las pérdidas anuales atribuibles a PPRS en U$S664 millones para todo el país, (Journal Swine Health Prod. 2013).
Si cotejamos los censos porcinos de Argentina y USA podemos llegar a una relación teórica de 20 a 1, y acoplando esta relación a los datos registrados por el USDA, podemos hacer una extrapolación que tal vez sirva para poner dimensión a lo que sería nuestro sector con un brote de PRRS. Relacionando la cantidad de madres de ambos países (USA-Argentina 20:1) entonces las pérdidas anuales podrían estimarse para un brote de PRRS en 33 millones de dólares por año para nuestro país. Usando la información de la Universidad de Utrecht según el censo de hembras estimados de la Argentina, las pérdidas anuales ante un brote podrían oscilar entre 23 y 160 millones de dólares por año.
También podemos tomar como referencia un completo estudio que publicó GITEP (Grupo de Intercambio Tecnológico de Explotaciones Porcinas), una importante agrupación de productores de Argentina, con datos del periodo 2012 – 2013. Según el estudio que realizó esta asociación, el ingreso de PRRS a nuestro país podría generar una pérdida de 250000 toneladas de cerdo en pie (en ese periodo, 2012 a 2013, se enviaron a faena 5.200.000 capones de 110kg vivos de promedio), equivalente según esta misma institución a 368 millones de dólares en forma directa, más otros perjuicios y pérdidas en forma indirecta por sectores que se verían perjudicados al disminuir la producción primaria: 20 veces más que si extrapolamos los datos del USDA.
El costo teórico del PRRS en Argentina, (de acuerdo a la fuente a la que se recurra, -que son innumerables y sólo he recurrido a las que me parecieron más sencillas de cotejar- puede ser muy variable. Las estimaciones de las pérdidas, reconozco que pueden ser arbitrarias, van de 23 a 368 millones de dólares al año, el valor más alto es el obtenido de una fuente nacional.
La capacidad del lazareto capital es de alrededor de 600 animales (60 corrales de 10 m² cada uno) y se pueden hacer alrededor de 5 entradas al año, a capacidad máxima son unos 3000 reproductores anuales (si se trata de machos, la capacidad es menor ya que se aloja uno por corral) que se pueden ingresar al país haciendo cuarentena aquí. Hay que tener en cuenta que está en plena Capital Federal, a 3 cuadras del famoso casino flotante. No es aleatoria su ubicación, está en el puerto y fue construido hace más de 100 años pensado para importar reproductores bovinos que llegaban por vía marítima. Hoy se sigue usando para alojar en cuarentena a reproductores que ingresan desde Brasil vía Uruguayana – Paso de los Libres, los que tienen que transitar más de 700km por territorio argentino antes de llegar a estas instalaciones. Aún con la obligación de que los camiones sean cerrados y con depósito de deyecciones, implica un riesgo sanitario alto; lo mismo para los transportes que llevan reproductores desde la frontera a las cuarentenas en destino adentrándose en el país; incluyendo el riesgo intrínseco de las cuarentenas en destino.
Comparado con la dimensión de las pérdidas anuales estimadas por la posible irrupción de esta grave enfermedad, el hecho de construir un lazareto en la frontera con Brasil o en las inmediaciones del Aeropuerto Internacional de Ezeiza resulta tener un costo más que aceptable, una instalación con una capacidad algo mayor que el Lazareto Capital. Hace más de una década que se habla de este tema, en mi paso como parte del equipo técnico comercial de una empresa proveedora de genética, participé de algunas reuniones dónde era recurrente tratar este tema, inclusive también se barajó la idea de alquilar algún establecimiento cercano al aeropuerto o a algún paso fronterizo. En ese entonces, la idea central era que el aporte lo hagan las empresas de genética y que sea un emprendimiento privado, lamentablemente no se avanzó mucho.
La otra manera de introducir mejora genética a nuestro país es a través de técnicas que no son nuevas ni tampoco reemplazan del todo a la importación de animales en pie; pero que indudablemente conllevan un riesgo sanitario mucho menor que las cuarentenas en destino como la importación de embriones o semen congelado.
Vamos a ver qué pasa con nuestro invaluable status sanitario cuando se vaya yendo un poco la memoria de este episodio.
Por: M.V. Horacio Baldovino.
[1] Plan de contingencia para el Síndrome Respiratorio y Reproductivo Porcino, Senasa, 2017