Un estudio científico reveló que embutidos curados como el chorizo y el salame contienen bacterias vivas beneficiosas de alto valor nutricional. Estos hallazgos revalorizan su rol como alimentos funcionales, más allá del sabor, el placer y la tradición de “comer una buena picadita”.
Un reciente estudio presentado por la Interprofesional Agroalimentaria del Porcino de Capa Blanca (INTERPORC) junto con la Fundación Ortega Marañón ha puesto en valor el papel de los embutidos curados —como chorizo, salchichón y fuet— como alimentos funcionales. Según los investigadores españoles, estos productos contienen bacterias fermentativas vivas en concentraciones incluso superiores a las de otros alimentos fermentados comúnmente asociados a beneficios digestivos.
La investigación, liderada por el Dr. Antonio Escribano de la Universidad Católica de Murcia, destaca que muchas de estas cepas probióticas logran llegar vivas al intestino, lo que refuerza su potencial como fuente natural de probióticos.
Durante la presentación, Ana Agar, de la consultora alimentaria Tecoal, explicó que estos embutidos albergan microorganismos beneficiosos como lactobacillus, capaces de aportar efectos positivos sobre la salud intestinal. Por su parte, José Antonio Barroso, director general de Laboratorios Microal–Sevilla, remarcó el escaso conocimiento existente en torno al rol funcional que pueden desempeñar estos alimentos tradicionales.
Una oportunidad para los elaboradores de embutidos
Estos hallazgos abren nuevas perspectivas para los elaboradores de embutidos curados que apuesten por una propuesta de valor vinculada no solo al sabor y la tradición, sino también a los beneficios para la salud.
Incorporar prácticas que favorezcan la conservación de microorganismos vivos en los productos cárnicos puede representar una vía para diferenciarse en un mercado cada vez más atento a la nutrición funcional y al bienestar digestivo.
Fuente: Eurocarne digital