En el año de la pandemia, el sector porcino exportó 42 mil toneladas, lo que representó un salto del 66,2 por ciento respecto de 2019, con mejoras productivas y de logística comercial como aspectos clave
El sector porcino argentino llegó en 2020 a un récord de más de 42 mil toneladas exportadas, con un crecimiento respecto al año anterior del 66,2 por ciento. Los datos se desprenden del Reporte Anual 2020 del Sector Porcino Argentino, elaborado por el consultor Juan Luis Uccelli.
“Las exportaciones fueron las estrellas del año: participaron con el 5,2 por ciento de lo producido y permitieron quebrar un maleficio de 29 años de balanza comercial internacional negativa. Fue positiva tanto en cantidad como en divisas”, afirma el autor.
Además, explica que desde hace 5 años se empezó a trabajar en el armado de un Consorcio de Exportación y que en 2017 se logró dar “un vuelco en las exportaciones”, avanzando, año tras año, en un aumento de la cantidad de proteínas animal vendida al exterior.
“El sector que, algunos pronosticaban que estaba muy complicado, sigue de pie y caminando, preparado para empezar a correr y producir la carne porcina que necesita el país y el mundo. Esta pandemia condicionará a muchos países que subsidian su producción y favorecerá a los que son genuinamente productores de alimentos”, advierte Uccelli.
Según consigna, la producción porcina en Argentina aumentó por una mejora de la eficiencia del 5,8 por ciento obtenida de cada cerda madre.
Además, hubo una mejora del 9,4 por ciento en el peso de los cerdos que llevó de los 2329 kilos por madre y por año, a los 2549. Así, cada capón pasó de los 110,5 kilos de peso vivo a los 114,3. “Desde 2002 el crecimiento en producción de toneladas fue 5,8 veces hasta 2020”, afirma el especialista.
El informe destaca que a partir de 2002 las importaciones tuvieron una baja, del 40 por ciento a menos del 4 por ciento respecto de lo que se produjo en 2020, fundamentalmente por el fuerte crecimiento de la producción y la baja en la cantidad importada.
Coronavirus
“La aparición del Covid-19 condicionó todo el desarrollo que se había programado y hubo que recalcular en cada movimiento que se hacía, algunas veces acertadamente y otras no tanto. Uno de los temas principales es que desde 2008 no sufríamos de la imposibilidad de faenar y que por cada semana que acumulamos no laborable hubo que hacer una retención en las granjas de casi 180 mil animales. Esta acumulación fue uno de los factores que provocó en abril la fuerte caída de las cotizaciones, que recién se normalizaron a finales de junio y principios de julio”, destaca el autor.
Y agrega que hay “un futuro muy bueno para Argentina” en donde destaca el trabajo de compartimentación de granjas a cargo del Senasa que otorga la posibilidad de abrir mercados muy interesantes como Japón”.
Sin embargo recalca que durante el año pasado no se solucionó el tema del IVA a inversiones, que hace 3 años que “el sector no crece genuinamente en cantidad de madres (al contrario, disminuye)” y tampoco hubo crédito accesible.
Posibles inversiones chinas
Por último, el documento destaca que en el medio de la lucha de los activistas ambientales y veganos en contra de las megagranjas, Uccelli realizó la propuesta hace ya algunos meses de la creación de granjas inteligentes que contemplen el bienestar animal, el uso responsable de antimicrobianos y el cuidado del medio ambiente y social.
“El proyecto sigue en pie y hay tres posibilidades de ejecución: que las inversiones sean exclusivamente chinas con las condiciones que pongamos localmente; una asociación de empresarios chinos y argentinos en un proyecto conjunto, o la financiación del gigante asiático en proyectos locales con visión exportadora. Sería una verdadera locura que Argentina deje pasar esta oportunidad de darle valor a sus cereales con el ingreso de divisas genuinas”, concluye Uccelli.
Fuente: r2820