Por su desarrollo profesional, Guillermo Lloveras lleva décadas trabajando en calidad de carne porcina y, ante la posibilidad de que el mercado argentino se inunde de carne congelada de Brasil, dialogamos con él sobre calidad de carne, Ractopamina, seguridad alimentaria e incluso, sobre política.

El médico veterinario Guillermo Lloveras es socio gerente de Genporc, una empresa de genética porcina que se caracteriza por proveer de material genético para la producción de carnes de calidad diferencial. En esa búsqueda, su empresa desarrolló otras unidades de negocio entre las que se incluye Ceres Carnes Premium (una cadena de carnicerías de cerdo) y DurocGP (una marca de carne de cerdo premium que provee a los chefs más premiados de la gastronomía porteña). La calidad de las carnes porcinas es la métier de Lloveras desde hace muchos años.
Luego de las medidas del Gobierno Nacional que favorecen la importación de carne porcina y complican a la producción porcina local, es esperable que haya un ingreso importante de carne de origen brasilero cuya calidad es inferior a la de Argentina: “Hay que decirlo bien claro: esas carnes importadas de Brasil son un sobre stock de congelados que, cuando se les acerca la fecha de caducidad, tienen que salir a colocarlo en mercados alternativos, al precio que sea. Son carnes llenas de agua y que contienen promotores de crecimiento como la Ractopamina, prohibida en 160 países. Estamos ante una carne, además, que cuando el consumidor la descongela tiene muy pocos días para consumir y no se puede volver a congelar”, explica Guillermo Lloveras.
Ractopamina: Un riesgo para la salud humana
“La Ractopamina es un promotor de crecimiento que favorece la deposición de músculo en detrimento de la grasa y mejora la conversión alimenticia del animal”, explica Lloveras. En Brasil su uso está aprobado, mientras en Argentina está prohibido.
El riesgo para el consumidor es que el compuesto “está prohibido en 160 países. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) la prohíbe esencialmente porque no se puede garantizar la inocuidad de su consumo en la población. Lo que sí se sabe es que, en el animal, el uso de Ractopamina produce alteraciones a nivel cardíaco y neurológico”, explica el veterinario.
“Tenemos que decirle al consumidor que consuma carne de cerdo argentina: que está libre de promotores de crecimiento, que es fresca, que va a tener más durabilidad, que la va a poder congelar. La carne de cerdo brasilera no tiene la seguridad alimentaria ni la calidad que tiene la carne de cerdo argentina”, declara el especialista.
El consumidor, ¿cómo sabe lo que está comprando?
“Ante la duda, el consumidor tiene que saber que la carnicería de barrio tiene carne de cerdo argentina, porque son las grandes cadenas de supermercados las que importan de Brasil. Además, la etiqueta tiene que decir ‘Origen Brasil’, tiene que decir que es carne congelada y se tiene que vender congelada al público”, advierte Lloveras.
"Y no tenemos que dejarnos engañar con los precios -agrega- eso es clave y no lo analizaron ni en el Ministerio de Economía, ni en la Secretaría de Comercio. En lugar de tomarse el trabajo de sentarse con la cadena porcina y analizar la situación de los precios (y los cortes nacionales disponibles, que incluso pueden ser más baratos que la bondiola brasilera -por ejemplo, la paleta-, tomaron esta decisión de dar beneficios impositivos a un importador, sin pensar que, al productor argentino, si no revierten la medida, le están firmando un acta de defunción”, señala el gerente de Genporc.
“Están matando a una producción nacional que nos dio décadas de trabajo, de crecimiento sostenido. Tienen que rever estas políticas que no fueron bien pensadas, porque a veces lo urgente atenta contra lo importante”, opina el veterinario.
“Tenemos que hacer oír nuestras voces, porque yo creo que el presidente (de la Nación) no está al tanto de lo que va a suceder con esto, que es una medida que atenta contra los privados, que estamos ansiosos por seguir creciendo con unas pautas más libres, en un marco más lógico de crecimiento y desarrollo. Creo que esto merece un análisis un poco más profundo".
Lloveras hace una autocrítica, considerando que la producción de cerdos no ha sabido posicionarse ante la política como un sector estratégico: “En su máxima expresión, Argentina podría ser líder mundial en producción de cerdos y en exportación, podrían ingresar 30 mil millones de dólares anuales. Además, eso sería agregando valor a los granos que ya producimos, generando trabajo, generando arraigo rural, dando de comer carne económica y sanísima a los argentinos”, reflexiona.
Apunta Lloveras que “el sector porcino argentino es, de todas las producciones, el que más posibilidades tiene. No tenemos techo. El mundo está viendo el potencial que tenemos. Es un sector que puede atraer inversiones y que ya dio muestras de que, por sí mismo, puede crecer y puede competir en un mercado libre. Pero si un grupito de supermercadistas va a poder importar carne de cerdo de sobre stock internacional de forma irresponsable; atenta contra el propio espíritu libertario y se transforma en libertinaje”.
“Si no agregamos valor a los granos, si no agregamos valor a la energía que tenemos, si no agregamos valor a lo que pueda haber de litio; ¿qué va a ser nuestro país? ¿Vamos a ser un país con una economía primarizada? Yo no creo que eso esté en los planes de este gobierno. Yo creo que en los planes de este gobierno está la libre competencia, el desarrollo y demás”, declara el empresario.
“Mientras en el cielo se están dando algunas batallas, parece que en la tierra se tejen negocios poco claros. Tenemos que alzar la voz y hacer saber al presidente que, si no hay un cambio, la situación va a ser realmente grave”, cierra Guillermo Lloveras.
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