Argentina exporta 68 mil toneladas de soja desactivada y la mitad es enviada por la empresa Insumos y Acopios del Sur. Este insumo gana cada vez más protagonismo en la nutrición porcina moderna.

 

 

La soja desactivada por vapor se consolida como un insumo fundamental en la nutrición porcina. Es un producto libre de químicos y solventes, obtenido mediante la aplicación de calor sobre la soja común sin alterar la estructura del grano, y desactivando componentes presentes en el poroto que afectan la digestibilidad. Este tratamiento mejora el valor de proteína soluble, lo que lo convierte en un ingrediente muy valorado en la formulación de alimentos balanceados.

 

 

 

El avance de la genética animal exige un acompañamiento nutricional capaz de sostener el potencial productivo. En la actualidad, resulta prácticamente imposible formular raciones sin la participación del complejo soja. La soja desactivada aporta el equilibrio adecuado entre proteína y energía, y la eficacia del proceso de desactivación a vapor garantiza una materia prima eficiente desde lo nutricional y desde lo económico.

 

 

 

Argentina exporta 68 mil toneladas de soja desactivada, especialmente hacia Chile, y la mitad de esos embarques corresponde a Insumos y Acopios del Sur, empresa ubicada en Las Higueras, provincia de Córdoba. Su crecimiento exportador ha sido notable, ya que en 2022 las estadísticas oficiales registraban envíos por 16.000 toneladas, cantidad que hoy se duplicó.

 

El proceso productivo comienza con un estricto control de calidad de la soja natural. El grano es acondicionado y almacenado hasta su desactivación. El tratamiento se lleva a cabo en un reactor de diseño propio, mediante la aplicación de vapor y presión mientras los porotos circulan dentro del procesador, lo que asegura la homogeneidad del lote. Posteriormente, el producto es secado y enfriado con circulación de aire, reduciendo la humedad de 9 % a 11 % y llevando la temperatura a valores cercanos al ambiente.

 

 

Este proceso destruye los factores anti nutricionales termolábiles de la soja natural, en especial los inhibidores de tripsina, y no afecta la integridad de las proteínas ni la de los ácidos grasos. El resultado es una materia prima ideal para integrar fórmulas de mínimo costo, adaptada a los requerimientos actuales de la producción animal.