Un exhaustivo informe de Diario Río Negro, explica cómo la carne de cerdo recorre más de 14.000 km desde el norte de Europa para ser vendida en la Patagonia a mitad de precio que la carne producida en nuestro país: “Otro de los síntomas de los desvíos que muestra nuestra economía” dice el informe
Malena, luego de ingresar al supermercado, se dirige hacia la carnicería y, con un tradicional y cordial saludo, consulta a quien está atendiendo si tiene carne de cerdo para su almuerzo del día. Hace ya un tiempo que cambió los cortes vacunos por los porcinos, una forma de estirar la magra jubilación que percibe.
El empleado la mira y comenta: “tengo lo que usted busca; bueno y barato Doña”. Se dirige a la cámara frigorífica y saca una linda pieza de Carré de cerdo. “La estaba esperando…”, sonríe presto a cortar un pedazo de carne. En ese momento Malena, con su experiencia de más de seis décadas sobre sus espaldas, lo frena con firmeza. “Espere, espere… ¿Cuánto está el kilo?”. El carnicero ya sobre la máquina de corte gira su rostro y comenta: “650 pesos el kilo; es el importado. El que se produce en la región está en 1.200 pesos…no le dije, bueno y barato”.
“Si, realmente es barato” agregó Malena…pensando que tal vez el simpático carnicero se había equivocado en alguno de los precios que le mencionó. Pero no. Son los valores que se manejan en estos días en el mercado del norte de la Patagonia con un cerdo que recorre cerca de 14.000 kilómetros para ser consumido en la mesa de los argentinos.
¿Cómo es posible que un pequeño puerco que es criado, engordado y faenado en Dinamarca, para luego ser colocado en un contenedor y recorrer enormes distancias en barcos y camiones; pueda ser colocado en las góndolas argentinas a un precio casi 50% por debajo de lo que paga el consumidor por la oferta local?
Todo es posible en una economía con una enorme distorsión en sus precios relativos. Este es un caso más de los cientos que uno puede encontrar en la canasta de alimentos de nuestro país. Múltiples valores de dólares en el mercado, costos de producción elevados, incertidumbre económica, falta de sentido común de nuestros funcionarios públicos y una inflación que conspira con cualquier esquema productivo, son tan solo algunas de las variables a tener en cuenta para que un kilo de Carré de cerdo proveniente de Dinamarca llegue a nuestras góndolas con semejante disparidad de precio.
Analizando las estadísticas de comercio exterior, se observa que la importación de carne de cerdo muestra un incremento importante en todo este último tiempo, pese a que el sistema de productivo y comercial de la cadena porcina del país es competitivo y genera volumen para abastecer a un segmento importante de la población.
Datos oficiales detallan que las importaciones de carne de cerdo congelado totalizaron en este primer trimestre del año unas 13.500 toneladas, cifra que refleja un incremento cercano al 80% en términos interanuales y del 150% cuando se lo compara con los ingresos del primer trimestre del 2020.
Si se anualizan las cifras del primer trimestre, las proyecciones indican que las compras a terceros países podrían alcanzar las 70.000 toneladas en todo el 2022, cifra levemente inferior al 10% de la producción argentina. Brasil concentra el 90% del total de estos volúmenes de importación. Le sigue Dinamarca y Chile completa el listado.
¿Por qué llega carne de tan lejos a estos precios?
“La Patagonia es un mercado muy rentable y las expectativas de crecimiento son muy altas. Tiene todas las condiciones para ello”, confió Juan Luis Uccelli, ingeniero zootecnista y consultor del sector porcino.
El especialista señala que toda la región que está al sur del río Colorado tiene un potencial muy importante para crecer no solo porque la oferta local no abastece a toda la demanda regional sino porque está la posibilidad cierta de exportar a través de Chile y, a través de este país, a los principales mercados del Pacífico por las excelentes condiciones sanitarias que presenta la Patagonia. Considera que al menos son tres, entre otras secundarias, las variables que estarían generando este atípico contexto con la carne de Dinamarca.
-El país del norte de Europa es uno de los principales productores y exportadores de carne de cerdo. Su productividad tanto a nivel granja como industrial es muy alta y esto determina que tenga una estructura de costos muy baja, fundamentalmente por el nivel de tecnología que tiene el sistema y el esquema familiar con el que se maneja. Sin dudas esta variable es uno de los argumentos clave para entender porque la carne de Dinamarca puede penetrar en nuestro mercado.
-El segundo punto es la baja oferta local que existe en la Patagonia y los altos precios que hoy convalida el consumidor de la zona por la carne de cerdo en las góndolas. Los empresarios regionales aseguran que los mayores precios -respecto de los mercados al norte del río Colorado- están dados por elevados costos de producción que existen en la región y por la baja productividad que presenta el sistema, en especial por la falta de genética que no puede ingresar a la zona por razones sanitarias. Este escenario argumenta porque más del 25% de las importaciones de Dinamarca fueron destinados al mercado de la Patagonia.
-Otro de los puntos a considerar es la sobre oferta internacional existente. La crisis sanitaria en ciertos lugares del globo determinó cierres de frontera. También toda la logística en los puertos continúa con problemas lo que generó complicaciones en mercados clave. China, el principal importador de cerdos a nivel mundial, fue uno de ellos y muchos de los países que colocaba su oferta exportable en este destino tuvieron que reorientarla hacia países no tradicionales. Con tal de salvar costos, un porcentaje de estos cortes sin mercado definido se vendieron a precios muy bajos. Se puede especular que parte de esa producción fue la que ingresó a la Argentina.
Algunas conclusiones
Está claro que los ingresos de carne de cerdo Dinamarca representan volúmenes marginales en relación con el consumo global que tiene el país. Pero este atípico contexto no hace más que reflejar las inconsistencias que presenta el modelo económico argentino.
Por un lado, está la posibilidad de importar a precios relativos muy tentadores con el tipo de cambio que impone el Gobierno. Mientras el dólar en el mercado internacional se fortalece, el Banco Central regala divisas a 120 pesos. Un negocio que cierra tanto para el importador como para el exportador.
El segundo punto, entre otros tantos para analizar, es la pérdida de competitividad que presenta el sistema al no permitir el ingreso de inversiones. Con los mercados de crédito cerrados -por un riesgo país rozando los 2.000 puntos básicos- e inversores retirándose por la falta de certidumbre en el futuro del país, la matriz productiva e industrial porcina pierde competitividad al no poder tecnificarse como debería hacerlo. El costo final de todo este desmadre lo termina pagando el consumidor en las góndolas. Pero cada año que pase más difícil será posicionarse con una oferta exportable competitiva en los mercados globales. Y está claro que, sin exportación, no hay sistema que pueda desarrollarse en forma sostenida.
Las importaciones se financian con las reservas del Banco Central
Es llamativa la lógica que tienen los funcionarios públicos a la hora de tomar una decisión. Hoy la economía argentina necesita dólares para poder producir. Escuchamos todos los días los reclamos de los industriales nacionales solicitando divisas al Banco Central para poder continuar con su actividad. Si no llegan desde el exterior insumos básicos, la industria y el campo se frenan.
Desde la autoridad monetaria argumentan que por la falta de divisas “debemos priorizar las urgencias”. Es lógico, cuando un bien es escaso no todos pueden acceder al mismo. Lo que carece de todo sentido común es que, frente a este escenario, un exportador danés de cerdos se lleve los pocos dólares que están en las reservas del Central pagando por ellos 120 pesos por unidad.
¿Qué criterio utilizan las autoridades para liberar estas divisas? No supieron responder a esta pregunta. Solo se limitaron a decir que son “fondos marginales”. Un dato real: las importaciones de cerdos durante el primer trimestre del año se llevaron poco más de 35 millones de dólares de las reservas contra los más de 17.000 millones que totalizaron las compras argentinas al exterior.
Pero no estamos hablando de datos comparativos, se cuestiona qué urgencia existe para importar 13 millones de kilos de carne de cerdo en un mercado que está siendo abastecido por la oferta local.
Más que el daño económico, la crítica está en las señales que envían los funcionarios al conjunto de la sociedad argentina y, en especial, a quienes necesitan de esas divisas para seguir trabajando.
Por: Javier Lojo para Diario Rio Negro