Científicos argentinos están investigando para adaptar una tecnología de mínimo costo para la producción de Bio-Carbón que, sumergido en las lagunas, ayuda a reducir emisiones, metales pesados y patógenos. La Mg. Beatriz Zumalave Rey lo explica en una entrevista exclusiva con El Productor Porcino.

En los últimos años, la preocupación por el medioambiente ha ido en aumento y se ha convertido en un tema central en todas las áreas de la sociedad, incluida la producción animal. Es innegable que la producción porcina y otras formas de ganadería tienen un impacto en el entorno, pero es esencial reconocer que existen esfuerzos significativos para mitigar este impacto y promover prácticas sostenibles en el sector.
El cuidado del medioambiente en la producción animal es un compromiso indispensable y una responsabilidad compartida por los productores, los consumidores y los gobiernos. La adopción de prácticas que reduzcan la huella ambiental de la producción porcina no solo es una necesidad, sino también una oportunidad para fortalecer la sostenibilidad y la competitividad del sector.
En primer lugar, es primordial abordar la gestión adecuada de los residuos generados en la producción porcina. Los desechos orgánicos, como el estiércol, pueden ser una fuente potencial de contaminación si no se manejan adecuadamente.
Muchos productores están implementando sistemas de gestión de residuos que incluyen el tratamiento y la utilización responsable de los desechos como fertilizantes o biogás. Estas prácticas no solo reducen la contaminación del suelo y el agua, sino que también generan beneficios adicionales, como la producción de energía renovable.
Siempre, los primeros interesados en reducir el impacto ambiental de la producción de cerdos son los propios productores.
Con esto en mente, investigadores del Centro de Investigación de Recursos Naturales (CIRN) del Instituto de Suelos de INTA, están adaptando a la realidad argentina una tecnología ampliamente difundida en otros países, que consiste en producir bio-carbón con un básico horno que pueden fabricar los propios productores con materiales que están al alcance de todos, y con materia prima también altamente disponible.
¿Qué es el Bio-Carbón y para qué sirve?
Por definición, el Bio-Carbón es un material sólido obtenido al someter determinada materia orgánica a altas temperaturas, en un ambiente limitado de oxígeno, durante un determinado tiempo. Las propiedades del Bio-Carbón obtenido varían según la materia orgánica que se haya utilizado como insumo, pero en términos generales, el resultado es un material que secuestra metales pesados y otros contaminantes. Usado en lagunas de tratamiento de efluentes porcinos, sirve para reducir los gases de efecto invernadero, modificar el contenido de nutrientes y aumentar la concentración de oxígeno, además de reducir la carga de metales pesados, patógenos y otros contaminantes.
Las investigaciones y experiencias que existen al respecto en el mundo, avanzan en la obtención de Bio-Carbón a partir de caña de Bambú, por ser una gramínea distribuida ampliamente a nivel mundial, versátil, de rápido crecimiento y bajo costo de producción.
El bambú, además, es usado como materia prima para la fabricación de numerosos productos, como alimentos, palillos, cortinas, cercos, artesanías, textiles y hasta muebles. Los residuos que surgen de esas industrias, pueden aprovecharse como materia prima para producir el Bio-Carbón a muy bajo costo.
En Argentina, el proyecto del CIRN de INTA, titulado “Disminución del Impacto Ambiental de los Efluentes Porcinos: El Bio-Carbón, una Estrategia de Mitigación”, estudia las potencialidades de esta tecnología de bajísima inversión y propone adaptarla a la realidad de nuestras granjas y las materias primas disponibles.
Horno pirolítico artesanal
Para la obtención del Bio-Carbón se necesita un horno pirolítico, que permita “cocinar” la materia orgánica a altas temperaturas con poco oxígeno. Lo novedoso de la propuesta de INTA es que puede construirse en forma “casera”, reciclando materiales que, seguramente, ya están disponibles en la granja: dos tambores de 200 litros, una lata de 20 y un caño de zinc como chimenea.

Para la construcción del horno se utilizan dos tambores de chapa de 200 litros cada uno. Los mismos se acoplan entre sí y se le hacen diversos orificios que funcionan como entradas de aire continuo a fin de evitar emisiones de humo a la atmósfera y asegurar la liberación solamente de vapor de agua.
El primero de los tambores se emplea como sistema de horno teniendo en toda su base perforaciones en forma de colador donde desde allí permitirá entradas de aire y el segundo como sistema de tapa-chimenea con entradas de aire alrededor en formas triangulares (se utiliza para ello solamente 1/4 del barril). A este último se le agrega una tubería de zinc en la parte superior central (a fin de asegurar un buen tiraje de los vapores liberados).
Como sistema de contenedor interno, se utiliza un tambor metálico de 20 litros con tapa donde se rellena por completo con los residuos de caña bambú previamente cortados de manera uniforme en forma de varillas con el objetivo de que la cocción sea lo más pareja posible. Se coloca el contenedor una vez lleno, dentro del horno, se recubre a su alrededor de leña pequeña y se inicia la combustión.
Posteriormente se coloca la tapa-chimenea y se alimenta el fuego agregando leña durante la cocción y se inicia la producción de Bio-Carbón. La duración de cocción va de 60 a 120 minutos siendo recomendable superar los 100 minutos para lograr mejor calidad de Bio-Carbón.
El futuro de la producción animal depende de nuestra capacidad para adoptar prácticas responsables que preserven los recursos naturales y aseguren un planeta más sostenible para las generaciones futuras.
Para conocer todos los detalles, mirá la entrevista a la Mg. Beatríz Zumalave Rey: