En esta columna exclusiva para El Productor Porcino, el médico veterinario Horacio Baldovino, opina sobre los fantasmas que despierta en Argentina la crisis sanitaria que azota a cientos de granjas en el otro lado del globo

La terrible explosión de la PPA (Peste Porcina Africana o ASF por African Swine Fever en inglés) en China y su onda expansiva a Europa del Este, disparó una serie de reacciones en nuestro país y en todo el mundo generando toda una serie interminable de predicciones y suposiciones en todos los sentidos. Se despertaron un montón de emociones y aparecieron los gurúes que enumeraban una lista de situaciones futuras como esos cuentos de nuestra infancia de ¨elije tu propia aventura¨.

Algunas de las historias que se tejen suenan algo apocalípticas y en el otro extremo le hacen creer a los desprevenidos que los orientales van a venir a pedirnos la toalla. Y, ya sabemos, a veces creemos en la historia que nos hace más feliz. Es lógico predecir que van a demandar más carne, de todo tipo, y a diferencia de la exportación de Cuota Hilton, que deja un excedente de los cortes de bajo precio para el consumo local, los chinos demandan todos los cortes de la res de vaca o novillo, ya se bautizó a una categoría como ¨vaca china¨. Por otro lado, hay millones de cerdos que se han sacrificado que van a dejar de consumir derivados de la soja, por lo que se va demandar mucho menos de esos productos en el mercado internacional.

Las autoridades chinas están trabajando muy duro para tratar de controlar la enfermedad dentro de un marco muy complicado de muchas explotaciones familiares y ausencia de medidas de bioseguridad. La sanidad ya era un problema considerable en China antes de la llegada de la PPA; de ahí sus bajos índices productivos y su elevado costo de producción.

Se informa sobre el desarrollo de una vacuna, pero los resultados preliminares no son muy auspiciosos. De cualquier manera, la producción porcina en ese país probablemente sufra profundos cambios a partir de este desastre sanitario.

A ciencia cierta nadie sabe en cuánto tiempo se va a dar la recuperación del censo de animales ni cómo se comportará la enfermedad en los próximos meses o años, pero viendo el desarrollo de las nuevas explotaciones es muy probable que el crecimiento se dé de la mano de grandes unidades, muy tecnificadas y con estrictas normas de bioseguridad. Seguramente también van a mejorar mucho la eficiencia general.                   

Ya hay experiencia de erradicación de la PPA en Europa: esta enfermedad entra en la Península Ibérica en la década del ‘50 y se logra erradicar en los ‘90. La historia nos la contó uno de los protagonistas, en primera persona. Junto con el Dr. José Manuel Sánchez Vizcaíno y en el marco de una tarea en un posgrado en producción porcina en la Universidad Nacional de Río Cuarto, elaboramos un informe sobre la erradicación de la PPC en Argentina.

En España se le dio mucha importancia en la epidemiología a los cerdos salvajes y a los ibéricos criados en montanera que tenían contacto con los anteriores. Solo la erradicaron cuando dejaron de correr detrás de ella y empezaron a anticiparla, pero el costo de este tipo de enfermedades siempre es muy alto.

Cuando empecé a trabajar en el sector porcino, aún había Peste Porcina Clásica en Argentina, todavía no habíamos reconocido que teníamos erisipela y no teníamos idea de qué era PCV2. Las viejas veterinarias de pueblo aun tenían en esa época las grandes heladeras de varias puertas donde conservaban el suero hiperinmune contra PPC en los tiempos en que se usaba el virus más suero.

Las cosas salieron muy bien en la erradicación de la PPC a fines de los ‘90. Es verdad que contábamos con algunas situaciones ventajosas, entre ellas, la baja densidad de cerdos y la distancias entre explotaciones generalmente amplia. Otra cosa que ayudó al éxito de la erradicación fue el alto grado de compromiso de los integrantes del sector, desde los organismos oficiales hasta los productores y veterinarios que alcanzaron un alto cumplimiento de la vacunación.

Para esta enfermedad, a diferencia de la PPA, contábamos desde hacía tiempo con una vacuna muy efectiva: la vacuna a virus vivo con cepa china lapinizada, una verdadera criptonita. Recuerdo que en esos años estuve contratado para observar y controlar a las granjas testigos de mi zona que fueron las primeras que dejaron de vacunar contra PPC por un año mientras se hacían muestreos periódicos de sangre.

Cuando aparece este tipo de catástrofes sanitarias se despabila la conciencia de la bioseguridad, y eso es positivo siempre. No nos olvidemos de lo que provocó la aparición de la influenza. Este es el momento en que recordamos que existen la bioseguridad, las normas y los periodos de vacío sanitario que olvidamos a diario.

Personalmente yo viví la experiencia de que se infecten dos granjas con Mycoplasma que eran libres del mismo, era uno de los responsables de la sanidad de esos establecimientos. En ambos casos por quiebres no tan graves de los protocolos de bioseguridad. Que la vida es injusta se nos recuerda en esos momentos: conocíamos al menos una granja que quebraba todas las normas de bioseguridad a diario y parece que va a mantenerse libre de mycoplasma por décadas.

Esas, entre otras, son cosas que nos ha despertado el brote de PPA en el otro hemisferio: por un lado, expectativas y temores; y por otro, pensar un poco más en la seguridad sanitaria de nuestras granjas, aunque sea muy improbable que la PPA sea un problema.

M.V. Horacio Baldovino (INDIV / Agrosale) para El Productor Porcino