Una nueva columna del médico veterinario Horacio Baldovino, plantea que el reclamo por los derechos de los animales es resultado de una profunda idealización de las nuevas generaciones sobre el reino animal. Situación mediada por Disney, como agente modelador de la cultura
Los animales no tienen derechos, no pueden tenerlos porque no pueden argumentar, como lo dice Hans-Hermann Hoppe citado en un artículo de la Fundación Misses de Sebastián Ortiz. Usted mira a la cara a su perro y le enumera una serie de derechos que le acaba de conceder… su perro ni se entera de lo que se le ha concedido; más inverosímil es esperar que su perro le reclame que usted le reconozca algún derecho. Un animal no tiene ni idea de lo que son los derechos, ni los necesitan, evolucionaron de otra manera, por la ley de la supervivencia del más apto, nos lo enseñó Charles Darwin hace muchos años. Darles derechos es humanizarlos. Tratar a los animales como si fueran humanos es una manera de maltrato animal… como imponerle una dieta vegana a un carnívoro estricto como es un gato (hay disponible en muchos países alimento vegano para gatos). El animal (doméstico) no tiene derecho a ser alimentado, nosotros tenemos el deber moral de hacerlo.
“Hay una ruda justicia en el conocido chiste de que «reconoceremos los derechos de los animales apenas lo soliciten». El hecho de que, obviamente, no pueden hacer este tipo de peticiones a favor de sus «derechos» es parte constitutiva de su naturaleza y explica por qué no son iguales a nosotros ni pueden tener los derechos de los seres humanos.(…) Y si se arguye que tampoco los bebés pueden hacerlo, la réplica es que llegará el día en que lo harán, en que serán personas humanas adultas, y los animales no”, dice Murray Rothbard en el Capítulo XXI del libro La Ética de la Libertad.
Ejemplo: el perro es un animal territorial y tiene un espacio que considera propio, hasta que viene otro perro más grande o más joven o más fuerte y lo desplaza, así funciona para ellos, no hay título de propiedad ni escritura ni juez de parte ni nada.
Otro ejemplo (tomando a Disney): cuando a una cría de ciervo un cazador le mata a la madre, no se pone triste y melancólico, eso lo mataría; el miedo y el instinto de supervivencia le hacen olvidar muy rápido a su madre y prima el instinto de vivir a cómo de lugar, no haciéndose amigo de pajaritos y conejos, eso no existe, después de haber leído y visto videos acerca de este tema, vale la aclaración. Todo muy distinto a la historia de Bambi.
Investigando sobre este tema me encontré con un término nuevo y sorprendente, probablemente acuñado por algún fanático animalista, se trata de la palabra “especista”, que es como ser racista pero en un sentido más amplio, usado también como este último, como adjetivo peyorativo hacia nosotros y definiéndonos a los que creemos que el Ser Humano es superior a las otras especies, que estamos sobre ellos y no son nuestros iguales. Si usted se cree superior a su perro, usted es un especista; si usted se come un bistec, usted es un especista, es como comerse a un pariente.
Hasta he llegado a encontrar consignas del tenor de “Los animales no son comida”. Varias entidades y grupos de veganos y animalistas publican una serie de imágenes de este tipo, que los animales son amigos, que no son comida, inclusive en nuestro país lo he encontrado en varias ciudades. No me los imagino a esos activistas parados en frente a una manada de hienas tratando de convencerlas de que no son comida, no creo que se animen a desafiar tanto su teoría de oficina y aire acondicionado.
Otro término delirante con el que me encontré fue “carnismo”, cuya creadora es Melanie Joy, una militante vegana, que explica que comer carne está condicionado por un sistema invisible de creencias que distorsiona nuestros pensamientos y bloquea nuestras emociones (textual), para que actuemos contra nuestros valores sin tan siquiera darnos cuenta, guau!...y los 2,5 millones de años de evolución de nuestra especie?
Pero hasta ahora la mejor palabra que encontré y la que, a mi juicio, define de cierta manera toda esta locura y delirio que va en contra del sentido de nuestra evolución y supervivencia es: “Waltdisneylización” de la sociedad. Magistral término. Aparece en un artículo (“Recursos de comunicación contra el discurso animalista”) escrito por Maria del Mar Fernandez Poza, Directora Adjunta de la Organización Interprofesional del Huevo y sus Productos (INPROVO, España). Tambien habla de la influencia negativa de las películas de Walt Disney, Alex Lachhein, naturalista español que refuta fuertemente al animalismo, critica a las producciones de Disney por suavizar tanto la realidad que hace que muchos crean que un león y una cebra pueden ser amigos en la vida real y que algunos vean maltrato animal en una animación en donde mueren animalitos.
Muchos de nosotros veíamos las producciones de Disney de niños y no nos cuestionábamos el hecho de comer carne, lo tomábamos como lo natural que es, pero tal vez en las nuevas generaciones el contacto de los niños y adolescentes con la naturaleza sea mucho más leve o nulo y perciban a los animales como los personifican los dibujos animados. Hasta un político importante de nuestro país culpó a un famoso conejo de caricatura de la Warner Bros. de haber influído de manera negativa en la moral de los argentinos.
Muchos de mi generación pasamos nuestra infancia en zonas rurales y suburbanas, con un contacto estrecho con la naturaleza y con la cría de animales con los que nos alimentábamos a diario; muchas veces terminaba de merendar viendo Tom y Jerry y mi abuela me llevaba al gallinero para que la ayude a pelar el pollo que iba a ser nuestra cena. Y eso nos parecía natural, de hecho, sigo creyendo que es natural.
La cadena de la energía en nuestro planeta se puede resumir así: la energía de la luz solar es captada por los vegetales, los herbívoros comen a los vegetales y los carnívoros se comen a los herbívoros, tambien hay carnívoros que se comen a otros carnívoros; si los animales tuvieran derechos ¿qué hacemos con los carnívoros?, ellos necesitarían pasar por encima de los “derechos” de los herbívoros constantemente para vivir. De ser como lo plantean los animalistas sólo deberían quedar los herbívoros sobre la faz de la tierra, y los veganos, hasta que se extingan.
El que está leyendo esto forma parte de una estirpe de sobrevivientes de la selección natural desde hace cientos de miles de años, aunque sea vegano o crea que los animales no son comida, si hoy está vivo es porque sus antepasados mataron animales para comer, para vestirse y para defenderse. Y no solo me refiero a la prehistoria, hablo de cosas que eran cotidianas hasta hace alrededor de 100 años atrás.
Como mi padre lo hizo conmigo, y mi abuelo con él, les voy a enseñar a mis hijos a matar animales, para comer y para protegerse, sospecho que no les va a agradar demasiado y seguro no lo practicarán con frecuencia, pero se seguirán alimentando de carne de animales que otras personas mataron por ellos, como casi todos nosotros.
Por: M.V. Horacio Baldovino.