24 de noviembre del 2024

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26 feb. 2020

OPINIÓN: LA CARNE ARTIFICIAL Y LA GANADERÍA

¿Llegaremos a un momento en el que la carne producida en laboratorios sustituya por completo a la ganadería tal y como la conocemos? La pregunta dispara esta aguda columna de opinión de Horacio Baldovino, exclusiva para El Productor Porcino.

¿Llegaremos a un momento en el que la carne producida en laboratorios sustituya por completo a la ganadería tal y como la conocemos? La pregunta dispara esta aguda columna de opinión de Horacio Baldovino, exclusiva para El Productor Porcino.

Ya es conocido que hay varios desarrollos de carne artificial en el mundo, inclusive uno muy interesante en nuestro país, llevado a cabo, como la mayoría de los otros, por empresas o grupos no siempre ligados directamente a la industria ganadera.

Se están desarrollando en muchos países experimentos para producir desde nuggets de pollo hechos a partir de cultivo de plumas de aves vivas hasta carne de cerdo. Vislumbrando que cada vez más consumidores están tomando conciencia del impacto ambiental que ocasiona la actividad agropecuaria, independientemente de qué cantidad tenga de mito y cuánto de realidad, están generando esta clase de productos destinados a este segmento de la población que cada vez crece más; también apuntan a los que se focalizan en el bienestar animal y en los que quieren evitar provocar sufrimiento a los animales, especialmente al segmento que está empezando a tomar decisiones de compra como los centennials.

El primer escollo que a mi juicio aparece a la hora de vender este producto, además del precio, que actualmente es altísimo pero promete bajar con el aumento del tamaño de la escala de producción, es que requiere mucha elaboración, que es ¨muy artificial¨, y justamente las personas que quieren evitar la muerte y sufrimiento de los animales valoran mucho los alimentos naturales y tienen internalizado el dogma de que ¨lo natural es bueno y lo artificial es malo¨, ya lo vimos con las reacciones negativas hacia los OGM[1], aunque hayan servido para aumentar la productividad y bajar al costo de algunos de los principales alimentos que consume la humanidad. Precisamente de esto último hablan los publicistas de la carne artificial, para ellos el primer inconveniente que se les presenta es revocar el estigma de que todo lo que es demasiado procesado no es saludable.

Al consultar a algunos amigos vegetarianos (y sus variantes) y preguntarles acerca de la posibilidad de poder tener disponible para consumir carne cultivada de animales que aun seguían pastando, la respuesta fue la misma en todos ellos: no; la causa: es artificial, uno hasta afirmó que no comería ni siquiera una zanahoria si provenía de un sistema de cultivo celular.

¿Qué ocurre con el impacto ambiental que provocará la producción de carne artificial a gran escala y por la cantidad de insumos que se usarán?, aún no lo sabemos. Por más que muchos dan por hecho de que este impacto va a ser mucho menor que el de la ganadería intensiva más la faena de esos animales. También habrá un impacto ambiental negativo importante si desaparecen las vacas de las praderas, basta ver el trabajo de un famoso biólogo africano que demuestra cómo con la ganadería extensiva se puede combatir la desertificación y mantener la biodiversidad. "La vaca rumiante permite que haya biodiversidad en las praderas. Hace que toda la vida microbiana y fúngica de la superficie del suelo se reproduzca", corrobora a la AFP[2] el biólogo francés George Oxley, especializado en los ecosistemas de los suelos.

También debemos considerar que hoy producir animales para consumo es mucho más eficiente en el uso de los recursos naturales (especialmente agua y suelo) y en el impacto ambiental que hace algunas décadas. Según la FAO[3], las emisiones directas de gases de efecto invernadero en EE.UU. han disminuido un 11,3% desde 1961, mientras que la producción de carne procedente de la ganadería se ha multiplicado por más de dos. Como dato de suma relevancia, hoy hay en el mundo más de 1000 millones de personas cuyo principal ingreso proviene de la ganadería.

¿Qué pasa en la actualidad con el consumo de carnes? Hay una tendencia a reducir el consumo de carnes, especialmente las rojas, por una percepción de que esa disminución es beneficiosa para la salud y también porque se presume que la producción de carnes en general provoca daños al medioambiente y en especial las vacas, víctimas de un mito que dice que son causantes de las mayores emisiones de metano del planeta con consecuencias desastrosas sobre el efecto invernadero. En 2006 la FAO publicó un informe descabellado en el que afirmaba que la ganadería producía el 18% de los GEI[4], según esa publicación las vacas provocaban más impacto ambiental que todos los medios de transporte juntos. Este informe es falso porque cometieron un error al evaluar con métodos diferentes al ganado y a los otros rubros. La FAO admitió inmediatamente el error de cálculo, pero esta distorsión fue y sigue siendo aprovechada por los detractores de la ganadería y por los veganos que aun hoy la siguen tomando como un dato válido para la propaganda.

Se han adoptado muchas estrategias de publicidad para estimular la disminución del consumo de carnes en aras de proteger al planeta del cambio climático, pero la realidad indica que la tendencia de las últimas 5 décadas es un aumento constante en la producción de carnes y no hay indicios de querer declinar. A principio de los ´60 se producían alrededor de 70 millones de toneladas de carne por año con 3000 millones de habitantes, para 2017 se produjeron ya 330 millones de toneladas, en ese periodo la población mundial aumentó a 7600 millones de habitantes.

Además del aumento de la población mundial que explicaría en parte este incremento en la producción de las carnes, es determinante el aumento de los ingresos y la mejora en la calidad de vida, especialmente en los países del sudeste asiático; en promedio los ingresos per cápita se han triplicado en los últimos 50 años. En la China de los ´60 el consumo de carne rondaba los 5kg por habitante por año, a fines de los ´80 ya había aumentado a 20kg y en la actualidad ha superado los 60kg, cuanto más dinero ganamos más carne comemos. En tanto en Occidente, y a pesar de algunas campañas en contra, el consumo de carnes no declina y mantiene su tendencia de leve crecimiento, pero con una variación en la participación de los diferentes tipos carnes; aumenta la de ave y disminuye la de vacuno. Esta última tiene mucho más impacto ambiental que la de aves de corral, la carne de cerdo se ubica como un intermedio entre ambas.

Puede que alguien sueñe que llegará el día en que no haya más ganado en los potreros, solo en el zoológico, basta de plantas faenadoras de ganado y mataderos chorreantes de sangre. Esa nueva realidad sería el Edén para los animalistas, sólo les faltaría convencer al resto de las especies carnívoras, menuda tarea. Creo que es poco probable que eso pase especialmente a corto plazo, la carne artificial no es bien recibida por muchos consumidores, al menos en estos estadios experimentales.

Yo creo que la ganadería también va a seguir evolucionando hacia productos que sean elegibles por las mismas cuestiones que hoy demandan los clientes como lo son el bienestar animal, el bajo impacto ambiental, la salubridad y las características organolépticas. ¨Sana y natural¨.

Por: M.V. Horacio Baldovino.

Foto: Internet
 

[1] OGM: Organismos genéticamente modificados.

[2] Fuente AFP (Agencia Francesa de Prensa).

[3] FAO: Organización para la Alimentación y la Agricultura dependiente de la ONU (en inglés Food and Agriculture Organization).

[4] GEI: Gases de Efecto Invernadero.


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