En un nuevo artículo, el Dr. Horacio Baldovino, recoge el guante y da algunas respuestas a las facciones más extremistas del activismo ambientalista que pusieron en la mira al sector productivo porcino con información falaz, retóricas moralistas y opacas intenciones
Una respuesta con fundamentos al relato de algunos activistas ambientalistas.
Aparecieron un texto y un video hace unos días que hablan acerca del futuro emplazamiento a corto plazo de gigantescas granjas porcinas de capitales chinos. El texto lo publica un blog ecologista que se llama pactoecosocialyeconomico.blogspot.com. El video es de una escritora en temas ambientales y de alimentación, Soledad Barruti, autora de dos libros que versan sobre temas relacionados con la producción de alimentos y la salud pública: ¨Mal Comidos¨ y Mala Leche¨, los que reconozco no haber leído aún. Además, es directora de ¨Bocado- investigaciones comestibles¨: que se define como ¨una red latinoamericana de periodistas con perspectiva científica y de derechos humanos, dedicada a temáticas vinculadas a la alimentación, los sistemas alimentarios y los territorios¨. También ha escrito algunos ensayos con temática del mismo tenor.
No es mi intención generar una polémica estéril con los autores de estas publicaciones ni con sus fervientes y devotos seguidores. Solamente pretendo hacer algunas observaciones acerca de ciertas inexactitudes, información parcializada o cosas con las que no concuerdo del todo, cosas que creo que no han observado algunas personas representantes de prestigiosas instituciones que apoyan uno de estos informes. Personas e instituciones que por sus características y formación tendrían que haber advertido esas inconsistencias; tal vez teniendo en cuenta la institución a la que representan deberían haber analizado la letra chica por lo menos, apartándose por un rato de la seducción irresistible de la corrección política que suena tan bien.
Los generadores de estos contenidos tienen bien claro que el escándalo ambiental es un canto de sirenas para conseguir adeptos y lectores, que muchos no se resisten o no se pueden resistir, que el conflicto y la alarma de la catástrofe inminente siempre da resultado, no falla, es miel para las moscas, best seller casi garantizado.
Siempre han sido infalibles para conseguir popularidad las predicciones catastróficas, aunque viendo un reporte de algunas de ellas (hechas por medios masivos muy importantes y avaladas por científicos e instituciones de renombre), esas predicciones nunca llegaron a concretarse. Hay una serie de ellas que pude leer en un claro artículo de Maxim Lott (no tomando en cuenta la predicción del final de la humanidad en 2012 por ser el último año del calendario Maya)… Ninguna de ellas se cumplió.
- En 1990, el Washington Post reportó en una historia de primera página: “El dióxido de carbono es el gas más responsable de las predicciones de que la Tierra se calentará en un promedio de alrededor de 3 grados Fahrenheit, al llegar el año 2020.” El medio advirtió adicionalmente: “Los Estados Unidos, al ocupar un continente grande en latitudes más altas, podría calentarse tanto como 6 grados Fahrenheit. Treinta años más tarde, finalmente el 2020 ha arribado. La Tierra se calentó en aproximadamente 1 grado Fahrenheit[1], de acuerdo con la NASA. Los Estados Unidos también se calentaron en aproximadamente 1 grado.
- “Se estima ahora que, para el año 2020, no quedarán glaciares en el Monte Kilimanjaro,” le dijo en el 2003 a CNN Christian Lambrechts, funcionario del Programa Ambiental de las Naciones Unidas. Asimismo, en el 2007 la Prensa Asociada reportó que “en el 2001, [el glaciólogo Lonnie] Thompson predijo que las nieves del Monte Kilimanjaro desaparecerían dentro de 20 años.” Pero, hoy en día, los glaciares del Kilimanjaro todavía están allí, según un artículo del 2019 en Journal Ecology and Evolution, que incluye fotos y un cronograma: “la mayoría de los glaciares en el Kilimanjaro… es muy posiblemente que desaparecerán dentro de 25 años.”
- El servicio de noticias por cable Reuters pasó este encabezado en 1997: “’Millones morirán’ a menos que cambien las políticas sobre el clima.”
El reporte dijo que 8 millones de personas morirían para el 2020, citando una predicción en la revista médica Lancet. La predicción de una muerte masiva claramente estaba muy equivocada. “Ninguna de estas predicciones llegó a ser verdad e incluso ni siquiera están cerca de llegar a ser ciertas,” dijo Roy Spencer, climatólogo de la Universidad de Alabama, en Huntsville. “Es asombroso que el público pueda creer en predicciones apocalípticas a pesar de un descenso del 95 por ciento en las muertes relacionadas con el clima durante los últimos 100 años.
Ahora vayamos a las predicciones locales. Antes de las ¨megafactorías de cerdos chinas¨, el gran enemigo contra el que hacer militancia ambiental, ahora desplazado por los chanchos chinos, era el glifosato. Los agroecologistas lo acusan de ser el causante de muchos males y enfermedades; a mi juicio sólo por ser producido por una importante empresa multinacional, porque en realidad es un producto calificado como de clase III, como la mayoría de los productos que usamos a diario en el hogar, como los insecticidas en aerosol, los limpiadores de superficies y algunos destapa-cañerías. De hecho, la gran mayoría de las consultas por intoxicaciones[2] en 2019 en Argentina fueron por productos hogareños. Otra observación que cualquier conocedor de la producción agropecuaria puede hacerles es ¿por qué sólo el glifosato es atacado? si se usan otros productos también en forma abundante y son, al menos, tan tóxicos como el glifosato, como el dicamba y el ester 2 4 D y ni se los nombra en sus panfletos y publicaciones. Publicaciones que son avaladas por instituciones varias, entre ellas, universidades. Sospecho que muchos de los firmantes preconizan la corrección política y la aprobación más que la evidencia científica abrumadora. Si se tomaran el trabajo de investigar y correlacionar los datos de expectativa de vida[3] en las provincias centrales de la pampa húmeda desde los 80 hasta entrados los 2000, verán que esta expectativa aumentó en algunos años, también aumentó en forma muy importante el uso de glifosato y otros agroquímicos en ese periodo en el mismo lugar del país.
Ahora enfocándome en el caso de las granjas porcinas que van a instalar los chinos y observando la situación desde algunos puntos importantes como la seguridad sanitaria, la seguridad ambiental y el bienestar animal puedo afirmar que lo que se va a hacer en este marco no es nuevo ni en el mundo ni en nuestro país.
Ya hay en Argentina instaladas unidades productivas de esas características desde hace décadas, quien escribe conoce algunas de ellas y ha participado en el equipo que ha diseñado al menos una. En todas las que he visitado o he realizado alguna tarea profesional se respetan las normas ambientales y de bienestar animal (o por lo menos la gran mayoría de ellas). De hecho, estos son dos aspectos fundamentales al momento de diseñar una granja o reconvertir instalaciones obsoletas, en algunas provincias la reglamentación en aspectos ambientales es bastante estricta.
Unas cosas que se puede ver, es cómo ha crecido la cantidad de hembras alojadas libres (sin jaulas individuales de gestación) en edificios con estaciones electrónicas de alimentación o ver en los planos o in situ el aumento de la superficie asignada por animal alojado. Ambas cosas incrementan el costo de edificios y equipos, costo asumido por los productores con el solo objetivo de mejorar el bienestar de los animales.
Con respecto a la sanidad, no me voy a explayar en dar una explicación de por qué las posibilidades de que estas grandes unidades de producción generen un virus mutante que produzca una nueva y mortal pandemia son prácticamente nulas.
Es importante que se conozca que Argentina es uno de los pocos países del mundo en donde está ausente la enfermedad viral PRRS (por sus siglas en inglés Porcine Respiratory and Reproductive Syndrome) y tampoco hay Peste Porcina Africana, nadie en sus cabales arriesgaría semejante capital sanitario, ni los productores locales, ni las autoridades ni los chinos, que saben del valor de un buen status sanitario.
A mi juicio el riesgo sanitario más importante es el que provoca la importación de reproductores para poblar a estas unidades de producción. Se estima que los reproductores que se pueden proveer desde multiplicadores locales no van a ser suficientes para surtir a este importante crecimiento y va a ser necesario realizar importaciones de animales en pie. En este momento sólo se pueden realizar importaciones de pie de cría desde Brasil y Canadá siguiendo estrictas normas y procedimientos. Probablemente se deban habilitar algunas granjas de destino como lazaretos, ya que el lazareto oficial que está en CABA no tiene capacidad suficiente para asistir a este crecimiento.
No percibo nada que pueda ser objetable desde la sanidad, el ambiente y el bienestar animal; si se sigue trabajando como hasta ahora con los proyectos locales.
Provengo de una familia de agricultores; mi padre y mi abuelo lo eran, mi bisabuelo también desde que llegó a este país y sus ancestros en su país de origen desde muchas generaciones atrás. No creo que cuando hablan o escriben acerca de la producción de alimentos con tanto desconocimiento lo hagan desde la ignorancia. Estimo que lo que buscan es adeptos, de la manera fácil, generando alarma, así se venden sus libros y se consiguen recursos para sus organizaciones que tienen la ¨importante misión de salvar al planeta¨.
Verán que siempre la urgencia está presente, siempre el punto de no retorno a punto de llegar. Así se explica el imparable impulso que sienten algunos ambientalistas de proteger al mundo de “los granjeros que lo quieren envenenar”. Los ignorantes son sus fieles y adoctrinados seguidores, no en un sentido peyorativo, ignorantes en un sentido descriptivo, ya que ignoran cómo se producen los alimentos en estos días, ni saben cómo se producían a lo largo de la historia, ni saben cómo han beneficiado a la salud y al ambiente los cambios tecnológicos (y los OGM[4] también), y cuánto más se produce hoy que hace algunas décadas usando los mismos recursos, como agua y superficie.
Algunos iluminati del ambientalismo proponen producir aves y cerdos al aire libre, sin jaulas, pastoreando por el campo. Eso ya se hizo hace años y se utilizaba, por lo menos en el caso de los cerdos, desde 12 veces más la superficie que se usa hoy con los animales confinados, lo que libera una cantidad nada despreciable de tierras para ser usada en cultivos. Además, la conversión alimenticia global en granjas con todo o gran parte de sus animales al aire libre no baja de 4:1, mientras que en las granjas confinadas este valor es menor a 3:1. Hay una diferencia de un kilo de alimento o más por kilo de animal producido. Para una granja de 500 madres, que vende 14000 capones al año de 110kg, representa un gasto extra de 1540 toneladas de alimento por año, una cantidad nada despreciable ya que una parte importante de ese alimento son granos y necesitan superficie para ser producidos, superficie que también se ahorra confinando a los animales.
Al día de hoy, aún no pude escuchar una propuesta alternativa a lo que hacemos hoy, de algún ambientalista, que sea lógica y practicable. No se demoran en usar las mismas falacias argumentativas de siempre basadas en la contaminación, en los gases de efecto invernadero, etc. cosas con las que todos estamos de acuerdo. Pero, entonces, ¿cómo se hace para producir alimentos en forma abundante y a bajo costo? El hecho de que no haya un sistema propuesto por ellos llevado a la práctica de forma seria y con aval científico, nos dice que aún no tienen la respuesta a su propia cuestión.
No se conoce una forma más eficiente de producir alimento que la que se está usando. Los productores y los que formamos parte de la producción de comida no somos monstruos ni asesinos, conocemos las formas de producir y trabajamos para ser cada vez más eficientes en el uso de los recursos y dejar una huella más suave. Hay datos de varias instituciones y universidades que dan cuenta de lo que ha evolucionado la producción animal y vegetal en la eficiencia del uso de los recursos más sensibles como el suelo y el agua.
Como vemos, no siempre la militancia ambientalista es bien intencionada, muchas veces responde a otros intereses subyacentes como el veganismo, vender libros o conseguir financiamiento para organizaciones o fundaciones. Lo que llama mi atención es la lista de gente e instituciones que firman en apoyo de algunos de ellos, científicos representando a universidades que deberían saber lo avalan. Deberían leer la letra chica.
Después de todo este ruido, lo que se advierte con claridad es que la cantidad de granjeros y familias que viven de la producción primaria son mucho más numerosos que los ¨bienintencionados¨ activistas, aunque hacen menos ruido. Lo que también es bien claro es que los que alimentan a la humanidad son los granjeros. No los activistas.
Por: MV Horacio Baldovino.
[1] 1,8 grados Fahrenheit = 1 grado Celsius.
[3] Ministerio de Salud de la Nación, expectativa de vida saludable en la República Argentina 2010.
[4] Organismos Genéticamente Modificados.