La noticia de que en Argentina está “de moda” tener un mini pig como mascota encendió alarmas en el sector porcino nacional, principalmente respecto del riesgo sanitario al que se somete al país por la potencial introducción de enfermedades exóticas: una opinión del MV Eugenio Valette.
En estos días se vio por las redes una noticia: la “novedad” en Capital Federal ahora es tener un Mini pig como mascota y sacarlo a pasear como si fuese un perro o gato, participando de las actividades de la familia.
De esta euforia en las redes sociales y el esnobismo, debemos echar luz sobre dos cosas: la tenencia responsable y los riesgos que implica tener un animal de producción, en un ámbito familiar.
Los cerdos pequeños de origen asiático, conocidos como Mini Pig, son animales que fueron seleccionados genéticamente para tener un tamaño pequeño (40 cm de largo, 30 de alto y 30kg de peso), derivados de razas que se caracterizan por la prolificidad y por tener una talla menor, relegando así la aptitud carnicera. Mientras que las que se utilizan para producir la carne más consumida por el ser humano, son las razas europeas o norteamericanas, las cuales además de la alta producción se enfocan en la cantidad y calidad de carne.
Lo que es muy importante recordar es que los cerdos (Sus scrofa domesticus) no son animales para la vida doméstica, si bien tienen un carácter y un comportamiento por demás afectuoso e inteligente hacia el ser humano, que a muchos sorprende y hace pensar que son un excelente animal de compañía.
Una cuestión de Salud Pública
Cabe recordar el concepto de One Health, que significa Una Salud. Esto incluye a los animales y al ser humano bajo el paraguas de la salud, quienes comparten un ambiente, pero no siempre es referido a convivir dentro de un mismo ambiente con una familia.
Cuando nos referíamos a la tenencia responsable, una de las columnas que sostiene esta filosofía es la de brindar al animal los medios necesarios tanto en instalaciones, cuidados sanitarios y de alimentación correctos, para que exprese sus conductas naturales. Siendo el caso de los “cerditos miniatura” una contradicción en sí misma, ya que tener un animal dentro del seno familiar y en un ambiente citadino, derrumba el postulado de cuidar al animal.
Los hábitos lúdicos, de alimentación, de reproducción y de aseo de estos cerdos, son particulares y diferentes a los de un perro, un gato o un canario, quienes muchas veces se adaptan a las rutinas familiares e incluso pueden “resistir” traslados de ciudades o cambios de casas.
La alimentación y sobre todo la nutrición de estos animales suelen adaptarse a lo que se consigue en una forrajería o sino por ser omnívoro se le dan las sobras, manteniendo el sentido histórico del cerdo como reserva de valor (alcancía). A todas luces este error común suele no sólo mal nutrir al animal, sino complicar la rutina de alimentación familiar, ya que por lo general los cerdos, no tienen el mismo nivel de saciedad que un perro ni mucho menos que un gato.
Siguiendo con el manejo sanitario, no es fácil para un profesional dedicado a los porcinos y mucho menos para un veterinario de animales de compañía, poder dosificar los medicamentos con precisión. En estos animalitos debido a su talla, la mayoría de las drogas no se adaptan a las dosis normales para un cerdo.
Sí avanzamos en el hábitat, los cerdos son animales que mantienen un orden asombroso, en cuanto a la designación de los lugares. Diferencian bien el sector de alimentación, del de descanso y del de las deyecciones. Este orden innato es muy ventajoso para la vida en sociedad (humana), pero no siempre las condiciones medioambientales son respetadas por los propietarios, por lo que muchas veces los hábitos “ordenados” se modifican, provocando trastornos dentro de la casa.
El riesgo para la producción porcina nacional
Más allá de la adaptabilidad de los pequeños animales a los humanos o viceversa, lo que es importante mencionar en este artículo son los riesgos para la producción porcina nacional. Ya que cada familia podrá asumir los riesgos dentro de su organización, pero lo que no podremos sanar es la introducción de cualquier enfermedad exótica, vehiculizada por estos cerditos, que pueden ser ingresados al país por medio del contrabando.
Cualquier cerdo que se compra en la Argentina, debe provenir de un establecimiento inscripto para tal fin, el cual debe funcionar bajo las normas municipales, provinciales y nacionales, respecto a la venta de porcinos a otro establecimiento. El vendedor debe emitir un documento de tránsito animal, el cual deberá ser cerrado en el lugar de destino. Por lo tanto, la tenencia como mascota de un cerdito, en una casa en el barrio de Villa Crespo, en Buenos Aires, no condice con las normas vigentes antes mencionadas.
Si pensamos en el riesgo de introducción de enfermedades, sepamos que Argentina cuenta con un estatus de excelencia a nivel mundial en cuanto a que estamos libres de enfermedades realmente complicadas para la producción. Por ejemplo, el PRRS (Síndrome Respiratorio y Reproductivo Porcino), es una enfermedad muy perniciosa que afecta a diversos países en todo el mundo, y que a fuerza de eficiencia productiva y muchos dólares de inversión por animal pueden seguir manteniendo sus explotaciones. No olvidemos que Uruguay -desde donde algunos vendedores de mini pigs importan los ejemplares- es positivo a esta enfermedad, al igual que Chile y Bolivia.
Por esto es muy importante mantener al sector ganadero que más ha crecido en los últimos 10 años, del cual somo parte. Nosotros mismos debemos generar conciencia en la sociedad y presionar a los organismos de control para que controlen los factores de riesgo reales en la introducción de estos especímenes exóticos.
Otra enfermedad que está causando una revolución a nivel económico es la Peste Porcina Africana, causada por un virus muy complejo, y de alta tasa de distribución, debido a que comparte hospedador con los cerdos salvajes, lo cual en países donde la producción porcina industrial es rodeada por ambientes naturales en los cuales viven estos animales salvajes, es muy difícil de controlar su transmisión.
Al llegar a China y expandirse por el sudeste asiático la PPA, generó pérdidas inconmensurables en la producción del mayor actor de la carne porcina mundial. Pero el gran riesgo ahora está enfocado en Europa, que debido a la geografía mucho menos compleja que China y también a la concentración de granjas, es un peligro para la industria porcina.
Ahora… ¿Cuál es el Riesgo real en nuestro país?
La introducción de animales por contrabando, sin controles por parte del SENASA, las personas que viajan a las zonas de alta incidencia de la enfermedad, quienes pueden traer hasta en sus ropas o calzado restos del virus. Las pocas o nulas medidas de bioseguridad que tienen la mayoría de las granjas porcinas en Argentina. Son algunas de las variables que parecen encabezar la lista de factores de riesgo.
En mi opinión la bioseguridad es un valor que aún no se ha ponderado en la producción porcina moderna de nuestro país. Pareciera que la falsa sensación de seguridad que tiene gran parte del sector productivo nacional, maneja el inconsciente colectivo. Partiendo desde los dueños o encargados de granjas quienes puertas para dentro, no generan los cambios tangibles. Siguiendo por los veterinarios que visitamos a diario diferentes establecimientos. O los transportistas que recorren varias granjas y mataderos por día y muchas veces no llegan a lavar los vehículos.
Y ahora la amenaza que llega desde las casas y centro urbanos en manos de animales que son “importados” para satisfacer los gustos o caprichos de la modernidad y que obedecen a diferenciarse de los vecinos, poniendo en riesgo al sector productivo nacional.
Nuestro sector de a poco ha logrado colocar su producto, de alta calidad, en mercados demandantes de carne. A pesar de tener cerca a dos grandes como son Brasil y Chile, quienes han sabido generar barreras competitivas en base a trabajo y esfuerzo, logrando eficiencia productiva sustentada en la gestión y visión a largo plazo manejadas por la industria y los gobiernos.
MV MSc. Eugenio Valette
Asesor en Pigstats y JTP en la Cátedra de Producción Porcina FCV-UNLP