16 de septiembre del 2024

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01 feb. 2023

MAÍCES CON HONGOS: EL IMPACTO DE LAS MICOTOXINAS EN LA SALUD PORCINA

Las distintas micotoxinas presentes en los granos generan diferentes bajas productivas. Prevenir, detectarlas y mitigar su impacto se vuelve crucial para no perder dinero. El M.V. Marcelo Pooli, Coordinador Técnico de Bioter, aborda integralmente esta cuestión en entrevista con El Productor Porcino

Las distintas micotoxinas presentes en los granos generan diferentes bajas productivas. Prevenir, detectarlas y mitigar su impacto se vuelve crucial para no perder dinero. El M.V. Marcelo Pooli, Coordinador Técnico de Bioter, aborda integralmente esta cuestión en entrevista con El Productor Porcino

Las micotoxinas son producidas por hongos presentes en los granos con los que se elabora el alimento. Algunos hongos provienen de la planta y otros se desarrollan durante el almacenamiento de los granos. Los hongos pueden crecer en el campo, en los silos de almacenaje e incluso en los propios circuitos de alimentación de las granjas, si las condiciones ambientales de temperatura y humedad lo permiten.

En ese sentido, el médico veterinario Marcelo Pooli distingue: “Tenemos hongos precosecha y postcosecha. Los primeros son habitantes normales de la fauna del campo, que cuando la actividad de agua del grano de maíz y las temperaturas ambientales aumentan, se empiezan a generar micotoxinas de esos hongos; entonces podemos traer del campo un maíz recién cosechado que ya tenga micotoxinas”.

En el caso de las micotoxinas que se generan postcosecha, Pooli indica: “Son las que se generan a causa de los transportes o del almacenamiento, por condiciones determinadas de almacenamiento, de temperatura, de humedad, de que haya presencia de insectos, o granos partidos, de problemas de limpieza en la planta, en los silos; todo eso puede hacer que proliferen más hongos y esos hongos generen más micotoxinas”.

Una micotoxina puede ser producida por más de un género o especie de hongo, al tiempo que un hongo puede producir más de una toxina. Sin embargo, la sola presencia de hongos en los granos no significa que automáticamente haya micotoxinas en los alimentos. De hecho, frecuentemente es la combinación de varias micotoxinas lo que genera los efectos a nivel sanitario en el cerdo.

Cada animal será más o menos susceptible al efecto nocivo de las micotoxinas según distintas variables como el sexo, la edad, cuánto consumió, durante cuánto tiempo, la toxicidad del compuesto o la presencia de más de una micotoxina en el alimento.

Muestrear correctamente es determinante para su detección

“En un lote de cereal para detectar micotoxinas -pensemos en un silo o en un camión- tomamos muestras de diez lugares distintos y vamos a tener diez determinaciones distintas, algunas pueden ser cero y otras pueden ser elevadísimas, porque todo depende de cómo esta ubicado el hongo dentro de ese lote de cereal”, explica Pooli.

Esa gran variabilidad, entonces, está asociada al tamaño del lote -generalmente se dispone de los cereales a granel- y por la distribución irregular del hongo dentro del propio lote. Pero, así como se invierte tiempo y dinero para los análisis de micotoxinas, el tiempo adicional para un muestreo apropiado es crucial para obtener resultados fiables.

“Una vez tomadas correctamente las muestras, hay métodos de laboratorio para determinar el contenido de micotoxinas (Test de ELISA, Cromatografías), y otros métodos disponibles a campo (por ejemplo, con tiras reactivas)”, explica el veterinario.

Respecto de la detección a campo, Pooli insiste en la importancia de la capacitación del personal tanto en la toma de muestras como en la detección: “si vamos a hacer la prueba en el campo tenemos que aplicar muy bien esta técnica, porque si bien es una técnica sencilla, cualquier desvío puede llevarnos a tomar decisiones equivocadas”.

Las micotoxinas no se eliminan, pero puede mitigarse su impacto

“Lo primero es prevenir”, aclara el asesor. Además de su prevención mediante el control de los hongos en planta, hay medidas que pueden y/o deben adoptarse postcosecha: “el correcto almacenamiento de los granos, la aplicación de ácidos orgánicos en el silo, el control de insectos y roedores, la limpieza del cereal, la limpieza de la planta de alimentos -por ejemplo haciendo circular maíz entero con antifúngico por las líneas de producción-; resultan medidas efectivas para reducir la proliferación de hongos y prevenir el desarrollo de las micotoxinas”, enumera el veterinario.

En última instancia, serán los secuestrantes los elementos que constituirán la última frontera para el control de las micotoxinas en el alimento de los cerdos: “Hay muchos tipos, los más comunes son los adsorbentes minerales y los orgánicos, que son sumamente efectivos porque por interacción iónica se unen a las micotoxinas y luego se eliminan por materia fecal”, relata.

“La última generación de secuestrantes son los biotransformadores que, en general son hongos o bacterias -o enzimas de estas bacterias- que transforman la micotoxina en un metabolito no tóxico”, explica.

“Todos estos secuestrantes tienen acciones diferentes”, aclara finalmente Marcelo Pooli, para detallar que no todos los secuestrantes son efectivos en el control de todas las micotoxinas y que, en definitiva, es crucial detectar correctamente qué micotoxinas tenemos y en qué niveles para mitigar su impacto sobre la salud de nuestra piara.



Mirá la charla completa con Marcelo Pooli:

 

Las Micotoxinas más comunes 

En Argentina, las micotoxinas más comunes son producidas por unas pocas especies de hongos, que generan diversos efectos sobre la salud del animal. Son las Aflatoxinas, los Tricotecenos (precisamente el Deoxinivalenol), la Zearalenona y las Fumonisinas.

Aflatoxinas: Son las más importantes. Son producidas por hongos del género Aspergillus. Se encuentran prin­cipalmente en los cereales y en las oleaginosas. Afectan a órganos como el riñón, el hígado y el cerebro. Además, tienen un efecto inmunodepresor que permite la aparición de otras enfermedades asociadas.

Al igual que todas las micotoxinas, su aparición en las materias primas ocurre temprano, con la planta en pie. Su producción puede darse durante el almacenaje si no se garantizan medidas mínimas de almacenamiento seguro.

Los signos clínicos dependen de la dosis, el tiempo y la edad del animal, pero entre ellos se encuentran la menor ganancia diaria de peso y la inmunosupresión. Esto último es particularmente importante ya que predispone al grupo de cerdos a enfermedades y, según la edad, menor respuesta a vacunas. En ciertos casos donde la concentración es alta, los daños producidos en el hígado pueden terminar en una necrosis hepática severa e hígado graso.

Tricotecenos: De esta familia de micotoxinas, la más común es la Vomitoxina (o Deoxinivalenol -DON-). Son producidas por el género Fusarium. Suelen contaminar principalmente a los cereales (maíz y subpro­ductos, cebada, arroz, sorgo, trigo y subproductos, avena y mijo). Provocan, generalmente, alteraciones gastrointestinales, sistema inmune y en menor medida al reproductivo, aunque también pueden afectar al sistema nervioso, circulatorio y la piel.

La disminución en el consumo de alimento y la depresión posterior en el crecimiento son características de la intoxicación con tricotecenos. El DON (Vomitoxina) es el más comúnmente encontrado en todo el mundo.

Las manifestaciones de toxicidad incluyen: reducción y rechazo en el consumo de alimento (siendo poco efectivo el uso de saborizantes), vómitos, retraso del crecimiento (< GDP), un aumento del número de lechones nacidos muertos, inmunosupresión (con menor respuesta inmunitaria a la aplicación de vacunas) y toxicidad hepática.

Zearalenona: Es una micotoxina también producida por el género Fusarium. Contamina fundamentalmente los cereales (maíz y subproductos, cebada, trigo, avena y sorgo). Las cerdas jóvenes y las nulíparas son muy sensibles a esta intoxicación, provocando hiperestrogenismo (con la aparición de signos de madurez sexual en cerditas jóvenes), vul­vovaginitis y edema de la vulva.

Sus principales signos en hembras jóvenes y pre púberes son edema de vulva, prolapso rectal y vaginal, hipertrofia (agrandamiento) de la glándula mamaria y celo.

En hembras adultas, genera reabsorción embrionaria, abortos, disminución en el tamaño de la camada (afecta a la implantación de los embriones), repeticiones de tipo irregular, mayor incidencia de lechones nacidos muertos, momias, lechones poco viables y con síndrome splay-leg (patas abiertas). Sin lugar a dudas un efecto negativo y poco deseable es el alargamiento del intervalo destete-celo. Algunos signos menos comunes son ninfomanía, pseudopreñez y anestro. Fracasan los programas de inducción de partos. En los padrillos se puede apreciar inflamación del prepucio, pezones mamarios alargados, prolapso rectal, atrofia de testículos, disminución de la líbido, pérdida de pelo, reducción de la producción y calidad del semen y signos de feminidad.

Fumonisinas: Son micotoxinas producidas por Fusarium. Contaminan los cereales, principalmente, el maíz. La fumonisina B1 es la res­ponsable del edema pulmonar porcino (dificultad para respirar, debilidad posterior, coloración azulada de mucosas (cianosis), llegando en casos extremos a la muerte). Los órganos más afectados son el cerebro, el pulmón, el hígado, el riñón y el corazón, aunque también tienen un efecto inmunodepresor que permite la aparición de otras enfermedades asociadas y disminuye la respuesta a las vacunas. En la necropsia se puede observar el pulmón aumentado de tamaño y lleno de líquido.

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