“Afirman que la Argentina debe saber a dónde apunta para aprovechar las oportunidades que se abren en el mercado global de carnes”, dice Fernando Vilella, director del Programa? de Bioeconomía de la FAUBA, en un artículo escrito para Clarín.
El genial Nassin Nicholas Taleb en su libro El cisne negro, y en Antifrágil define al cisne negro como un hecho fortuito que satisface estas tres propiedades:
- Su incidencia produce un efecto desproporcionadamente grande.
- Tiene una pequeña probabilidad imposible de calcular en base a la información disponible antes de ser percibido el hecho.
- Efecto sorpresa: en ningún momento de la observación hay algún elemento convincente que indique que el evento vaya a ser más probable.
La aparición del brote de fiebre porcina africana inicialmente en China, ya expandida a otros países asiáticos y a través de Rusia a Europa tiene todos esos elementos, fue sorpresa, nadie lo previó y está reconfigurando totalmente el mercado de proteínas animales a escala global en los próximos años.
Veníamos conversando de este brote hace unas semanas con datos preliminares de una afectación del 30 % del rodeo chino y como China tiene el 50% del rodeo mundial, era la pérdida era del 15 % de la producción. Los últimos datos indican que está afectado entre el 40 y el 50%, aún sin terminar su avance que crece día a día, es decir que se perderán al menos entre el 20 y el 25 % de la producción mundial es decir entre 24 y 29 millones de tn.
Para entender la magnitud el año pasado el comercio de todas las carnes fue 29 millones de tn, conformado con 8 millones de toneladas de cerdo, 10 millones de toneladas de carne vacuna y 11 de pollo. El déficit generado es imposible de cubrir, con lo cual habrá desabastecimiento y aumento de precios. Argentina produce aproximadamente unas 670 mil toneladas anuales de porcinos, 3 millones de vacunos y 2 de pollo.
Varios países vecinos a China están afectados por esta enfermedad mortal para cerdos, que no ataca humanos, es muy infecciosa y se propaga rápidamente, pudiendo perdurar en carnes o desechos o ropas mucho tiempo y para la que aún no hay vacuna ni tratamiento eficaz.
El consumo de proteínas animales a nivel global en 2018 fue de 155 millones de toneladas de pescados (75 provienen de piscicultura), 120 de cerdos el más producido en granjas, pollo con 115 millones, carne vacuna 68 millones y carne ovina 15 millones de tn. Un total de 473 millones de toneladas totales consumidas, si restamos la captura de peces se produjeron comercialmente 393 millones de tn de carnes.
El consumo es desuniforme sumados porcina, aviar y vacuna en países desarrollados fue de 76 kg per cápita, en países en desarrollo de 34 kilos y el promedio global de 43 kilos, en todos hay que sumar 19 kg de pescado. Salvo los vacunos y ovinos criados a pasto consumen alimentos balanceados compuestos en aproximadamente dos partes de maíz y una de soja.
La incertidumbre es muy importante ya que no tenemos claridad sobre cómo se cubrirán las demandas de estas proteínas animales en el comercio los próximos años.
Tenemos otra consecuencia sobre el comercio mundial, el de granos; ya que por esa producción perdida China dejará de usar/importar unos 20 millones de tn de soja y usar/importar 40 millones de tn de maíz. Gran impacto en estos mercados solo atenuado por el mal pronóstico para las cosechas de EEUU. Parcialmente se cubrirá este comercio con cantidades relativas que importen quienes provean de carnes a China.
Va a haber un faltante muy grande de todo tipo de carnes, y va a demorar varios años en poder resolverse.
Allí puede haber oportunidades para que países como la Argentina incrementen la transformación de granos en proteínas animales para lo cual deben generar estrategias de Estado que favorezcan las grandes inversiones requeridas, aquí la oportunidad.
Políticas que alienten la inversión con facilidades impositivas como la amortización acelerada, devolución inmediata de IVA, desgravaciones y otros incentivos en la toma de mano de obra.
Un riesgo para la ganadería es si estos déficits no van a desembocar en una aceleración de la utilización de proteínas industriales en base a insumos de origen vegetal o de cultivos de células animales. Venimos sosteniendo que en unos años habrá dos mercados diferenciados de proteínas, uno masivo y barato generados en industrias con insumos vegetales o cultivo de tejidos animales, el otro premium para los exigentes consumidores globales con carnes con trazabilidad y certificadas.
Más allá de la ventaja de corto plazo, estoy seguro de que debemos pensar en cómo aprovecharla estratégicamente y no sólo pensar en las cantidades marginales que Argentina pueda incrementar en las ventas inmediatas o otras ventajas circunstanciales.
Fuente: Clarín