Bruno Carpinetti, docente universitario y responsable científico del plan piloto de control del cerdo cimarrón en la Bahía de Samborombón, instó a controlar la población de jabalíes en Argentina, que representan un problema para la producción agropecuaria por múltiples razones
En los últimos días se conoció la imagen de una cosechadora de maíz cargando a un jabalí enorme (foto de portada). Los productores rurales de gran parte del país advierten que la especie se está tornando cada vez más problemática.
Consultado por los medios, Bruno Carpinetti, profesor en las Universidad Nacional Arturo Jauretche y la Universidad Nacional de La Plata explicó: “La introducción del jabalí fue responsabilidad de Pedro Luro en su estancia en La Pampa a principios del siglo XX. Los tenía en semi cautiverio, en un momento la estructura colapsó y los jabalíes se escaparon. A partir de ahí se comenzaron a dispersar”.
“Además, desde la época de los colonos había cerdos asilvestrados. Existen registros históricos que prueban que los viajes de Juan Díaz de Solís y Pedro de Mendoza en las dos fundaciones de Buenos Aires se soltaron cerdos para que ‘hicieran casta’”, contó el guardaparque que obtuvo una maestría en Biología de la Conservación en la Universidad de Kent, Inglaterra.
En más de una crónica de viajeros de la época colonial se registró la existencia de cerdos silvestres en la Provincia de Buenos Aires. A pesar de que entre el cerdo doméstico y el jabalí europeo existen diferencias genéticas, uno tiene 36 cromosomas y el otro 38, ambas especies se cruzan y tienen crías fértiles en todas las combinaciones posibles. La denominación correcta para los resultados de este entrecruzamiento es “cerdo cimarrón”.
“El cimarrón es muy problemático para la producción agrícola. En las plantaciones hacen estragos. También genera problemas para la ganadería. En Corrientes se registró que han matado hasta el 30 por ciento de la producción anual de corderos. A pesar de la creencia de que sólo se alimentan con materia vegetal, son animales omnívoros que también comen crías de ciervos y corderos”, aseguró Carpinetti.
Y advirtió: “También representa una problemática sanitaria porque son reservorio de un montón de enfermedades que son de importancia para la producción ganadera como la fiebre aftosa o la leptospirosis y la brucelosis porcina, entre otras”.
El responsable científico del plan piloto de control del cerdo cimarrón en la Bahía de Samborombón explicó que la especie tiene una tasa de reproducción “enorme” y una “gran capacidad de adaptación a nuevos ambientes”.
“Por eso coloniza y se expande por nuevos territorios. En la Provincia de Buenos Aires se evidencia una dispersión muy grande, salvo en los partidos muy poblados. A nivel país está presente en casi todas las provincias”, remarcó.
La única limitante natural para los chanchos cimarrones pasa por sus dificultades para regular la temperatura corporal. “No tiene glándulas sudoríparas y por eso están siempre revolcándose en el barro, no porque sean sucios. Sin embargo, hemos identificado una población de cerdos cimarrones en Tierra del Fuego”, explicó el guardaparque y docente.
En la provincia de Buenos Aires se han registrado poblaciones estables de cerdos cimarrones en toda la cuenca del Salado, la franja costera, los dos macizos montañosos, aunque su epicentro continúa siendo la Bahía de Samborombón. “En el único lugar donde habría un ambiente propicio, pero no hemos identificado poblaciones permanentes en el Delta”, aseguró Carpinetti.
El Ministerio de Desarrollo Agrario provincial volvió a catalogar al cerdo cimarrón como “plaga” en 2017. Además, el OPDS lo incorporó al listado de especies exóticas invasoras por lo que los guardaparques de áreas protegidas tienen la responsabilidad de controlarla dentro de las reservas naturales.
Hace algunos años se habilitó la caza comercial, además de la caza plaguicida permitida desde el 2017 con un permiso especial para productores rurales. De todos modos, no está habilitada la caza indiscriminada, sino que está regulada.
“Dentro de los mamíferos es la especie más problemática de todas”
Carpinetti considera que el jabalí “es la plaga más importante desde el punto de vista económico por el daño que produce a la producción agropecuaria” y sentenció que “dentro de los mamíferos es la especie más problemática de todas”.
A pesar de estas evidencias, por ahora no existen censos que estimen la población de cerdos cimarrones. “La única información publicada la realizamos nosotros en el año 2003 pero abarcaba sólo la Bahía de Samborombón. Hicimos censos aéreos durante 5 años y estimamos el crecimiento de esa población de chanchos. En ese momento había más de 10 mil chanchos, sólo en la Bahía. Ahora debe haber muchísimos más”, aseguró Carpinetti.
En 2018, el SENASA lanzó una encuesta destinada a productores rurales de todo el país para relevar los daños que ocasiona la especie. Las respuestas arrojaron que las peores consecuencias se producen en la agricultura. Los cerdos salvajes no solo se comen los cultivos, sino que las piaras de hasta 40 ejemplares causan importantes destrozos.
“Los pumas son infinitamente menos problemáticos”
En los medios y en la opinión pública suele estar mucho más presente la aparición de pumas. Sin embargo, para Carpinetti estos “son infinitamente menos problemáticos que los jabalíes” porque se trata de una especie autóctona y además “son muy pocos”.
“En la Bahía Samborombón donde hay una gran cantidad de recursos no hay problemas de depredación de ganados porque para el puma es mucho más fácil cazar una vizcacha o una nutria que un ternero. El problema se da en las áreas que están muy defaunadas y antropizadas por lo que los pumas no tienen otra alternativa que el ganado menor. La verdad es que no representa un problema en la provincia de Buenos Aires, es más la subjetividad que se ha generado en torno a la especie que algo real”, opinó el especialista.
El cerdo cimarrón y el venado de las pampas
Uno de los elementos que tomó el OPDS para considerar al jabalí como especie exótica invasora es el perjuicio que generó para el venado de las pampas, un cérvido emblemático que se encuentra en serio peligro de extinción.
“Hay una superposición de hábitat entre ambas especies en la Bahía de Samborombón. Nunca pudimos comprobar la predación directa, pero sí la hemos documentado con otros ciervos, como las crías de los axis. Esperan a la hembra cuando está pariendo y ni bien lo hacen se comen la placenta y al neonato. Lo mismo hacen con los corderos. En la Patagonia tiene un gran impacto sobre la producción ovina. Es lógico pensar que también lo hacen con el venado de las pampas”, aseguró el guardaparque.
Necesidad de avanzar con un plan de control
Para Carpinetti es una necesidad cada vez más acuciante avanzar con un plan de control del chancho cimarrón. “En Punta Indio, donde resido, los chanchos ocasionan problemas domésticos en las viviendas. En Ruta 11 se testimonian cada vez más accidentes de tránsito en los que están involucrados los chanchos. Hubo una proliferación de feedlots a lo largo de la ruta. Eso genera mucho olor y los chanchos viajan kilómetros hasta encontrarlos”, señaló.
“Nosotros plateamos el control de la especie a través de la caza, la captura y la eliminación. Recién hemos logrado poner el tema en agenda. Es el camino que se ha seguido en distintos países”, agregó.
Para el experto, su caza y comercialización incluso podría ser un “recurso económico para aprovechar” en nuestro país y mencionó el caso de Australia donde “se faenan al año varios millones de cabezas” de jabalíes para consumo humano y también para la elaboración de alimento balanceado.
“La principal precaución antes de consumirla pasa por la triquinosis. Antes de hacer embutidos se debe mandar a analizar la carne. En el momento de la faena, otra enfermedad peligrosa para los humanos es la brucelosis por lo que se recomienda utilizar guantes y evitar salpicaduras en los ojos. Una buena cocción garantiza el control de todos los agentes patógenos”, señaló el entrevistado.
Fuente: TodoProvincial