15 jun. 2017
El cerdo es la carne con mayor potencial de crecimiento
Una radiografía completa y actualizada del sector porcino argentino
Una radiografía completa y actualizada del sector porcino argentino
La carne de cerdo es la más elegida por los consumidores en el mundo occidental. En Argentina, su popularidad viene en aumento: solo en 2016 incrementó un kilo su participación en las mesas locales. Compartimos esta radiografía completa y actualizada del sector porcino nacional, realizada por el periódico Motivar.
Según las últimas cifras divulgadas por el Senasa, la faena porcina alcanzó las 5,98 millones de cabezas y las 519.000 toneladas de producción el año pasado, experimentando así incrementos del 8,4 y 7,1%, respectivamente en relación a 2015. Los datos oficiales dan cuenta de un consumo per cápita cercano a los 12,5 kilos en los últimos 12 meses, más allá de lo cual fuentes vinculadas al mercado confirmaron a MOTIVAR que la suma de carnes frescas y chacinados supera ya los 16 kilos de ingesta por argentino, al año.
El consumo de cerdo no es una moda y, sin ninguna duda, seguirá creciendo, afirma Alejandro Ovando, economista Jefe de IES Consultores. La porcina es la de mayor potencial de crecimiento porque no tiene la madurez de las otras carnes, tanto rojas como blancas, en nuestro país; y cuenta con margen para expandir su presencia tanto en el mercado local, como en materia de exportaciones que hoy son casi nulas, analiza Ovando.
Una fábrica de proteína animal
La industria es una red de granjas, matarifes y frigoríficos, que solo en la cadena primaria factura US$ 735 millones, cifra que trepa hasta los US$ 2.100 millones (0,4% del Producto Bruto Interno) si se avanza en la cadena hasta la góndola.
Además, genera 37.000 puestos de trabajo, de los cuales 17.500 están abocados a la tarea rural en las granjas, según los datos aportados a MOTIVAR por la Asociación Argentina de Productores Porcinos (AAPP).
Si se compara este sector con otras actividades del país, la generación total de mano de obra es similar a industrias como la del cuero, el papel o la fabricación de muebles.
Vale decir que, según el Senasa (marzo 2016) las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos, concentran dos tercios del total de las existencias porcinas del país.
Para Juan Ramiro Llamas, miembro del Grupo de Intercambio Tecnológico de Explotaciones Porcinas (GITEP) -una de las instituciones que potencian la actividad- existen cinco aspectos que no pueden pasarse por alto en la producción porcina: infraestructura, nutrición, genética, sanidad y manejo.
En todos esos puntos estamos bien, los profesionales técnicos del país están capacitados, incluso hay universidades que ofrecen posgrados o diplomaturas específicas para la industria porcina, algo que no ocurría hasta hace algunos unos años.
Argentina tiene buenas herramientas técnicas en el manejo sanitario, con vacunas de calidad, antibióticos, herramientas diagnósticas y profesionales abocados a la actividad, analiza. Y agrega: El intercambio con Brasil, Estados Unidos y Europa, tanto de gente que visita centros productivos allí, como consultores que recorren granjas locales, también es fluido y ayuda a mantenernos a la vanguardia.
Desde el Sur de Córdoba
Bernardo Llorente pertenece a una familia de productores agropecuarios iniciada por su abuelo (hoy de 97 años de edad), que desde el sur de Córdoba, desembarcó en la industria porcina con su primera granja de 250 madres, en 2005. Elegimos esta actividad por sobre la avícola porque es un negocio que podemos manejar nosotros. A su vez y al estar en una zona maicera -alejada de los puertos- el costo de nuestro principal insumo hacía más viable el negocio, afirma el productor instalado en la localidad de Monte de los Gauchos, cerca de Río Cuarto.
Tras dos años de producción, duplicaron el número de hembras y, ya en 2013, llevaron ese número hasta las 1.000 madres: una inversión que si tuviese que concretarse hoy, insumiría al menos US$ 7 millones.
Nos abastecemos del principal insumo, que es el alimento, a través de la producción en nuestros campos. Hoy, alcanzamos una producción de 3.300 kg de capones por madre, cada año y lo comercializamos a la firma Lartirigoyen, en Pilar (Buenos Aires), confiesa el gerente General de Llorente Hnos, firma que explota 7.100 hectáreas, en el Sur de Córdoba. A su vez, Llorente, asegura que la rentabilidad fue muy buena en la última década, pero que -a partir de los cambios que se dieron tanto en el tipo de cambio como en el costo del maíz- los márgenes se tornaron significativamente más ajustados.
Si la recuperación de la inversión requería de un plazo de 5 años, ahora está más cerca de los 10, grafica el productor; y adelanta que por lo pronto no piensa volver a ampliar el número de madres, pero sí avanzar en la cadena proveyendo sus propios cortes al público mediante un consorcio de productores.
La eficiencia productiva garantiza la rentabilidad y sustentabilidad del proyecto cuando los márgenes se achican, agrega y continúa: Hoy la principal amenaza del sector pasa por la importación, a partir del tipo de cambio actual y costos en alza que nos quitan competitividad.
Lo que viene
Alejandro Ovando (IES Consultores) estima que, en los próximos años, se pueda alcanzar un consumo per cápita de 15 kilos y así expandir otro 20% el tamaño del sector en el mediano plazo, siempre pensando en los números expuestos por el Senasa.
A su vez, compartió con MOTIVAR algunos números que explican la evolución que tuvieron los cortes de cerdo en el plato de los argentinos.
El precio de los cortes porcinos subió un 25,4% el último año versus los en los avícolas (44,5%) y vacunos (37,2%). No olvidemos que otras de las carnes que juegan un rol estratégico en el mundo son los pescados. Sin embargo, aquí su consumo per cápita sufrió una merma del 15,5% el año pasado. Por su parte, el de carne vacuna también cayó, un 5,1% en la medición per cápita, compara el economista.
Negocio millonario
La afirmación puede sonar pretenciosa si se tiene en cuenta que el consumo de pescados asciende a 191 millones de toneladas cada 12 meses. Sin embargo, esta última actividad se concentra mayoritariamente en el Sudeste asiático y solo el 51% de ese volumen se obtiene por medio de la acuicultura.
De esta forma, la industria porcina se presenta como el principal transformador de proteína vegetal en animal a escala planetaria, donde el mayor productor es China, con el 51% de participación; seguido por la Unión Europea (20%) y los Estados Unidos (10%).
La Argentina aún es un actor relegado en una escena donde alrededor del 6% de la producción global (unas 6,5 millones de toneladas) se vuelca al comercio internacional. Según el último informe de IES Consultores, la balanza comercial del sector es deficitaria en US$ 80 millones. Solo en 2016, las importaciones se incrementaron un 121% en volumen hasta alcanzar las 27.000 toneladas por US$ 82,3 millones, provenientes principalmente desde Brasil (88,5%), Dinamarca (7%), y España (3,4%). En el otro lado del mostrador, la presencia de carne porcina argentina en el mundo es casi inexistente.
Siempre según las cifras analizadas por IES Consultores y a pesar que las exportaciones mostraron una evolución del 26,2%, apenas se despacharon 1.244 toneladas por US$ 2,2 millones. Si bien es cierto que los volúmenes importados crecieron con fuerza, aún representan una participación marginal del consumo argentino, donde la producción es deficitaria, analiza Ovando y cierra: La informalidad en el sector, difícil de estimar con precisión podría ser un sexto más de lo informado por las autoridades oficiales-, atenta contra la eficiencia de la cadena y se presenta como una de las primeras problemáticas a resolver para no detener su crecimiento.
Fuente: Facundo Sonatti. Periódico Motivar.
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