20 de septiembre del 2024

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13 jul. 2020

ASOCIATIVISMO: PARA MUESTRA BASTA UN BOTÓN

Dialogamos con el licenciado Pablo Correa, periodista cordobés que conoce a fondo las experiencias asociativas de su región. Reflexiones sobre el asociativismo en distintos rubros, en este video exclusivo de El Productor Porcino

Dialogamos con el licenciado Pablo Correa, periodista cordobés que conoce a fondo las experiencias asociativas de su región. Reflexiones sobre el asociativismo en distintos rubros, en este video exclusivo de El Productor Porcino

Los vaivenes del mercado, las reglas poco claras, los costos sujetos a mil variables, los precios a otras mil; las dificultades para el que produce en Argentina siempre fueron muchas y no dejan de aparecer. En ese contexto de dificultades cíclicas -pero constantes-, surge la alternativa del asociativismo como un “blindaje” para proteger el trabajo, el capital y la rentabilidad. Asociarse no es fácil. Pero, ¿por qué?

En esta entrevista exclusiva de El Productor Porcino, el licenciado Pablo Correa reflexiona sobre las dificultades que tienen los productores de todos los sectores para armar proyectos comunes que les ayuden a crecer en escala, avanzar en la cadena de valor y reducir los riesgos.

Pablo Correa es periodista, docente universitario y conductor desde hace once años de un programa de televisión llamado “Cadena de Valor” (Ver en Youtube). Su trabajo le permitió observar en primera fila las experiencias asociativas de todo el centro de la República.

Del dicho al hecho…

“Lo que más me impacta es la necesidad de las distintas actividades de avanzar en los procesos de generación de valor. Ahí está la gran asignatura pendiente”, dice Correa, y advierte que entre el discurso y la realidad hay una gran distancia. “Para llegar a la etapa del valor agregado efectivo el camino es muy largo. Se habla mucho de Argentina como el supermercado del mundo. Es hermoso, una expresión muy marketinera, nadie puede estar en contra. Pero es sólo una fracción. Que Argentina coloque los productos en las góndolas del mundo es totalmente lejano”, opinó.

A modo de ejemplo, Correa comentó que “en lechería el 50% de las exportaciones argentinas es leche en polvo que va como commodity, en bolsones, ni siquiera está identificado por marca; entonces pensar en un proceso tan finito como un producto argentino con toda su trazabilidad en una góndola en otra parte del mundo, es un camino larguísimo”.

Mejor empezar de a poco

Asociarse es complejo. Las barreras son muchas. Para Correa “El asociativismo involucra un montón de cosas, entre ellas la cultura empresarial, la cultura organizacional, tener otra mirada sobre la producción y sobre la cadena también. Muchas veces los diferentes eslabones de la cadena se ven entre sí como competidores, cuando en realidad no lo son. De hecho, muchos proyectos asociativos terminan generando procesos industriales. Hay que romper prejuicios, miedos, competencias que muchas veces no son tales, pero que en algunos casos se ven de esa manera. Hay que fortalecer la visión de cadena”.

Una de las barreras más mencionadas cuando se habla de asociativismo es la “cuestión cultural”. Para Correa, “muchas veces los productores tienen un modo de trabajar, al que están acostumbrados y eso es difícil de cambiar. Están acostumbrados a tomar las decisiones en forma individual, porque así es como se han manejado históricamente y, de pronto, tener que debatir y compartir las decisiones, es difícil; cada productor tiene un sistema propio y en algunos casos tienen que abrir ese sistema propio un poco para trabajarlo asociativamente, y ahí seguramente hay barreras”.

Por las dificultades que encierra asociarse, no todos los productores pueden lograrlo. Como menciona Correa, “Cada vez que empieza un proceso asociativo, comienza un núcleo grande y después los que terminan desarrollando alguna actividad son pocos. Son los que entienden mejor el proceso y son más dúctiles para adaptarse a los cambios”.

“Es un camino largo, -aclara Correa- pero cuando pueden encontrar los acuerdos, los puntos de encuentro; es mucho lo que hay para ganar”.

Empezar de a poco es fundamental. “Plantear un proceso asociativo en las distintas áreas de los establecimientos y de las empresas, es algo muy complejo”. Los que se embarcaron exitosamente en proyectos de este tipo siempre recomiendan empezar de a poco: juntarse para comprar insumos o asesoramiento, para vender su producción, o para paliar una dificultad en concreto.

En ese sentido, Correa menciona el caso de un grupo de empresas lácteas que se unieron para exportar: “cada uno hace su producto, pero como tenían dificultades para exportar por escala, por volumen, por no poder acceder a ciertos mercados en forma individual; han hecho un pool entre empresas para ofrecer productos que son no competitivos entre ellos: uno aporta quesos blandos, otro aporta quesos con hongos, otro dulce de leche, etc. Armaron un ‘menú’ de productos para tratar de exportar. Entonces el asociativismo, en este caso, es en el último eslabón de esa cadena productiva; pero vaya a saber en qué redunda esa experiencia. Quizá en el futuro puedan avanzar en procesos asociativos en eslabones anteriores de esa misma cadena. La clave es empezar de a poco”, cerró Correa.

El caso del Clúster Quesero de Villa María

Cuando se analizan las realidades de las distintas cadenas productivas del país, no sorprenden las semejanzas. Carnes, leche, huevos, granos; casi todos los mercados son cíclicos, casi siempre la participación del productor en el precio final del producto terminado es mínima comparada con otros eslabones de la misma cadena; las dificultades son múltiples y en todos los casos, el asociativismo es una respuesta más que viable.

Uno de los casos más resonantes de la industria láctea en la cuenca de Villa María (Cba) es el del Clúster Quesero. Correa detalló que “surge a partir de los problemas crónicos de la cadena lechera. Problemas que se exteriorizan cada vez que la producción aumenta un poco y hay algún inconveniente de precio o de mercado para exportar, siempre hay ruidos en la cadena que afectan a los precios de los productos finales porque se inunda el mercado con quesos. Cuando bajan el precio las empresas líderes, les pega directamente a las pymes queseras, que se tienen que acomodar con el precio un poco por debajo de las empresas de referencia. De esta manera, la baja en el precio termina generando problemas en la cadena, entre productores, industriales, comercializadores, y demás”.

En este marco, distintos sectores de la cadena láctea en Villa María (productores, empresas privadas, organismos públicos e incluso instituciones educativas relacionadas a la lechería) generaron el Clúster, con el fin de generar una cámara de frio importante, que sirviera para protegerse de esos ciclos de precios. “La idea es que las Pymes tengan la posibilidad de almacenar parte de su producción en esa cámara de maduración para no tener que vender cuando baja el precio, no inundar el mercado y defender más el producto”. A su vez, los participantes del Clúster avanzaron en la caracterización de un producto de calidad premium: “Es un queso duro, Olayón, que elaboran las pymes en conjunto”.

El Cluster Quesero de Villa María es una experiencia asociativa que aun está en proceso, pero que, se prevé, traerá innumerables beneficios a sus participantes.

Asociarse no es fácil, pero tampoco imposible. Los que lograron la hazaña son prueba irrefutable de que el asociativismo es el camino para los pequeños y medianos productores que se animan a ir por más en un mercado fluctuante y muchas veces adverso. Asociarse es una manera de tomar el control y empezar a escribir algunas de las reglas con las que se juega el juego de la producción primaria en Argentina.

Mirá la entrevista completa a Pablo Correa:

 


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