Hay quienes aún creen que la viabilidad del negocio y el bienestar animal no son compatibles. Sin embargo, es un falso dilema. Las granjas que ofrecen mejor calidad de vida a sus animales son rentables, generan empleos y producen carne de mayor calidad para un mercado que lo valora y lo paga
Existe un fundamento ético bastante claro al adoptar prácticas de bienestar animal en las granjas. No es difícil convencer a la mayoría de las personas que causarle sufrimiento a un ser vivo es una práctica errónea.
Sin embargo, el problema surge cuando los aspectos financieros entran en la ecuación. Una vez realizados los cálculos, ¿sigue teniendo sentido, desde el punto de vista económico y financiero, abandonar los métodos convencionales de producción para adoptar un sistema que proporcione mayor confort, calidad de vida y la posibilidad de que un animal exprese sus comportamientos naturales al dormir, moverse, alimentarse y relacionarse con otros individuos de su especie?
La pertinencia de este tipo de cuestionamiento puede ser discutible, pero es posible comprender la preocupación: aparentemente, parece haber un dilema entre la sostenibilidad del negocio y la calidad de vida de los animales. Ocurre que es un falso dilema.
Hay una serie de estudios que demuestran justamente lo contrario: las empresas dispuestas a ofrecer calidad de vida y un trato más humano a sus animales de producción, son las que realmente están tomando un camino más sustentable, creando valor para sus accionistas, generando empleos y produciendo con calidad para el mercado.
Animales bien alimentados, viviendo en ambientes confortables y con alimento y agua en su justa medida son más productivos que aquellos viviendo en espacios limitados, con hambre y sed.
Funciona de la siguiente manera: el productor garantiza bienestar a los animales, y los animales lo devuelven contribuyendo a que la empresa o granja tengan un futuro más tranquilo y capacidad financiera para enfrentar los desafíos del mercado.
Durante los últimos años, algunos estudios han contribuido a demostrar la relación entre eficiencia económica y bienestar animal, resultando ser más positiva en prácticamente todas las fases de producción. En Brasil, uno de los ejemplos proviene de la comparación de una etapa bastante específica de la crianza de cerdos – el alojamiento de las cerdas en gestación.
La Granja Miunça, del Distrito Federal, comparó los dos sistemas. En uno de ellos, los lechones nacen y son amamantados en corrales de maternidad colectiva –o sistemas de alojamiento grupal-, la forma más recomendada por las buenas prácticas de bienestar animal, ya que en estos corrales las cerdas y sus crías encuentran un ambiente adecuado para moverse y expresar su comportamiento natural. El segundo sistema es el convencional, en jaulas.
Los resultados de dicho estudio fueron bastante concluyentes. En el sistema de alojamiento en grupo aumentó el número de lechones nacidos vivos, aumentó el peso al destete, elevó las ganancias por madre y disminuyó los costos totales. En la práctica, los buenos resultados obtenidos al ofrecer una mayor calidad de vida a los animales se van acumulando a lo largo de todo el proceso de producción – desde el nacimiento hasta el sacrificio de los animales y la llegada de los productos a manos del consumidor.
Funciona de la siguiente manera: el productor garantiza bienestar a los animales, y los animales lo devuelven contribuyendo a que la empresa o granja tengan un futuro más tranquilo y capacidad financiera para enfrentar los desafíos del mercado.
Dice un refrán muy conocido que la voz del pueblo es la voz de Dios. Tal vez convenga comenzar a considerarlo, por lo menos en lo que se refiere a la relación entre el bienestar animal y la calidad de los alimentos. De acuerdo con una investigación publicada en diciembre de 2016, 94% de los consumidores mexicanos y 92% de los consumidores colombianos creen que los animales criados en un sistema de mayor bienestar producen carne de mejor calidad – el estudio fue realizado por el instituto de investigaciones Ipsos y por la organización no gubernamental World Animal Protection.
Por otro lado, es sabido que el estrés desencadena reacciones físicas y químicas en el organismo de los animales, afectando las características de la carne y, en un negocio como el de la producción alimentaria, la percepción del consumidor respecto a la calidad del producto, tiene un inmenso poder sobre el destino de una empresa.
Entonces, puede considerarse que el bienestar animal como estándar en la producción, además de las cuestiones éticas de base, tiene otras varias ventajas:
- EFICIENCIA. Animales criados con mayor confort y bienestar se enferman menos, aumentan de peso más rápido, disminuyendo así costos y ampliando las ganancias.
- CALIDAD. Buenas prácticas en la crianza, el proceso de carga y el transporte producen carne, leche y huevos con un estándar de calidad más elevado.
- PARTICIPACIÓN EN MERCADOS. Los consumidores están más dispuestos a elegir productos que respeten las necesidades de los animales – e incluso a pagar más por ellos.
- ACCESO A MERCADOS. Grandes empresas alimentarias han exigido a sus proveedores la adopción de mejores prácticas de bienestar animal.
Fuente: E-book “Cómo asegurar que la calidad de vida de sus animales garantice el futuro de su negocio” - certifiedhumanelatino.org