15 mar. 2018
ESTRÉS EN CERDAS REPRODUCTORAS: ¿CÓMO AFECTA AL TAMAÑO Y UNIFORMIDAD DE LA CAMADA?
Una excelente genética no siempre es suficiente para obtener camadas grandes y uniformes si la implantación no es óptima. ¿Cómo conseguirla?
Una excelente genética no siempre es suficiente para obtener camadas grandes y uniformes si la implantación no es óptima. ¿Cómo conseguirla?
En la era de las cerdas hiperprolíficas cada vez obtenemos camadas de mayor tamaño, pero una genética excepcional no siempre es garantía de obtener camadas grandes y uniformes.
La fase implantación embrionaria no siempre recibe la atención que merece, pero es importante tener en cuenta todos los factores que pueden influir en ella y determinar el éxito de la gestación.
La fase de implantación es aquella en la que el óvulo fecundado se “ancla” en el endometrio -la pared del útero, rica en nutrientes-. Una implantación óptima es el secreto para obtener camadas más numerosas y uniformes, con lechones de mejor calidad.
Durante la fase de lactación hay mecanismos fisiológicos que impiden que la cerda quede preñada durante esta fase, ya que sería muy problemático para ella compatibilizar el gran esfuerzo que conlleva producir leche con el que se requiere para llevar una gestación a término con éxito.
El amamantamiento de los lechones determina que en la cerda haya una respuesta hormonal que contribuye a crear un “entorno hostil” en el útero, pero en el momento del destete se produce un cambio en esta respuesta, promoviendo una transición a un “estado de receptividad” en el que la superficie del endometrio ofrece las condiciones adecuadas para acoger y nutrir al embrión.
En torno al día 12-14 tras la fecundación, los blastocistos sufren cambios en su forma y desarrollan dos filamentos que permiten su fijación a la pared del endometrio. Este momento es crucial para la supervivencia del embrión, ya que determina que reciba todos los nutrientes necesarios para su desarrollo. Entonces, la superficie disponible para implantarse es un factor determinante del tamaño de la camada.
La ausencia de estrés durante las 2-3 semanas que dura la implantación es especialmente importante, habiéndose demostrado que mantener a las cerdas en un ambiente libre de estrés (ej.: alejadas del verraco, menor competencia por alimento, etc.) contribuye significativamente a aumentar el número de lechones nacidos vivos y a reducir la mortalidad pre y postdestete.
Existen dos causas que pueden explicar la relación entre el estrés y los fallos de implantación embrionaria:
Primero, el estrés puede impedir que la superficie del endometrio se vuelva “receptiva” para la fijación de los embriones, que pueden no encontrar una superficie adecuada y terminan muriendo. Ello resulta en un menor número de lechones nacidos vivos. Es lo que se conoce como “receptividad endometrial retardada”.
En un útero receptivo, los embriones se implantan en forma uniforme por toda la superficie, teniendo todos ellos el espacio suficiente para desarrollarse durante la gestación. Por ese motivo, se reduce la mortalidad embrionaria, se obtienen camadas uniformes y los lechones nacen con mayores pesos.
Sin embargo, en el caso de un útero con un “estado de receptividad insuficiente” -posiblemente asociado a un destete demasiado brusco o a que la cerda haya estado sometida a condiciones estresantes durante la fase de implantación (12-26 días tras la fecundación)-, los embriones se acumulan en las pocas zonas que sí son receptivas por lo que tienen menos espacio y recursos para desarrollarse. Este fenómeno conduce a una mayor mortalidad embrionaria, camadas más pequeñas y desiguales y lechones con menores pesos al nacimiento.
El segundo problema atribuido al estrés durante la implantación embrionaria, es lo que se conoce como “asincronía en la implantación”. Si todos los embriones logran implantarse en el endometrio al mismo tiempo, se produce un reparto más o menos equitativo del espacio y de los nutrientes, por lo que ello resultará en una camada más homogénea.
Sin embargo, si esta implantación ocurre de forma errática -lo cual puede asociarse a factores estresantes-, los embriones que lleguen tarde tenderán a acumularse en las zonas “sobrantes”. Como consecuencia de este fenómeno, los lechones retrasados que sobreviven nacen con un peso inferior y con un retraso en el crecimiento postnatal, con respecto a los demás y se reduce la uniformidad de la camada.
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